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jueves 26 diciembre 2024

La muerte como voyeurismo

por Sergio Octavio Contreras

Este artículo se publicó originalmente el 1 de junio de 2011.

La tecnología Internet se convirtió en la década reciente en uno de los principales canales de comunicación para la transmisión de imágenes violentas. Las parafilias humanas encontraron en la red una plataforma libre para compartir videos sobre asesinatos, ejecuciones y humillaciones como parte de una cultura voyeurista que concibe la muerte humana como un espectáculo.

De las películas míticas snuff hasta filmes sobre mutilaciones en Medio Oriente que se popularizaron durante las últimas décadas del siglo XX, la cultura de la muerte en video pasó de la pantalla del cine y la televisión a Internet: imágenes de guerras, accidentes automovilísticos, homicidios premeditados, ejecuciones ilegales y linchamientos, hasta la más reciente brutalidad de la “narcoguerra” mexicana que propaga su terror por la red.

La satisfacción que puede generar el dolor que se infringe a otros fue definida en su momento por Sigmund Freud como un impulso de displacer, que se puede manifestar con actos de violencia y sometimiento, como ocurre en el sadismo.1 En la teoría freudiana los seres se mueven a partir de pulsaciones, hacia la vida (Eros) y hacia la destrucción (Thanatos). La regulación del displacer funcionará en la medida en que el individuo puede disminuir su autodestrucción.

La muerte como espectáculo si bien puede ser definido como un displacer, ha sido parte del proceso histórico de la humanidad. Desde las crucifixiones masivas en Roma hasta las decapitaciones públicas con la guillotina francesa o los fusilamientos de la revolución rusa, la muerte se ha convertido en una representación icónica de la “realidad-horror”:

“El que mira no puede ni distanciar sus emociones ni esclarecer sus juicios; el abismo provocado por la realidad de la violencia no se ve contrarrestado por ningún filtro”.2

Con la aparición del cine y de la televisión, los hechos de barbarie y muerte quedaron registrados por primera vez en un estatuto físico. Guerras como la Civil Española (1936-1939), la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), de Indochina (1946-1954), de Corea (1950-1953), de Vietnam (1965-1975), de Bosnia (1992-1995), la chechena (1999-2006) y hasta las invasiones a Afganistán (2001) y a Irak (2003), están registradas en imágenesfijas o en movimiento, a las cuales tuvieron acceso las audiencias.

A esta herencia de muerte se suma la cultura de la violencia simbólica y real, como es el periodismo de nota roja (hechos policiacos, tragedias y eventos naturales), los deportes como el boxeo, corridas de toros, rugby o lucha libre3, así como las peleas de animales (perros, gallos, osos, etcétera) y las manifestaciones freak, que incluyen al cine (western, filmes gángster, cintas de kung fu, terror o suspenso), historietas (cómics y revistas ilustradas) y la tele-realidad (programas basados en la exhibición de sufrimientos humanos, como el caso Fear Factor).

La televisión ha construido a partir de la tele-realidad un mecanismo peligroso que a largo plazo parece convertir a las audiencias en voyeuristas y despolitizar los hechos al transformar la tragedia en un negocio. Bajo este argumento se puede afirmar que en los medios sensacionalistas o amarillistas:4

– Las noticias televisivas son un producto mercantil regulado por el marketing.

– En el mundo del entretenimiento las noticias tratan de aumentar la audiencia, por razones comerciales, no periodísticas.

– La información se presenta como un espectáculo gratuito, por encima de los valores periodísticos.

– Las noticias dependen básicamente de imágenes filmadas, lo que genera sesgo en el contenido.

– Las noticias en pantalla trafican trivialidades y son explotadoras.

Por lo que se refiere al cine, la violencia visceral o gráfica alcanza su mayoría de edad en el género gore, caracterizado por mantener la trama a partir de la exageración de efectos especiales en el uso de sangre artificial y concebir la muerte o la mutilación como un espectáculo. Tal es el caso de cintas como “Blood Feast” (1963), “La noche de los muertos vivientes” (1968) o “El hostal” (2005).

A la cultura gore se suma el llamado video snuff (producido con la finalidad de grabar muertes reales), nombre que utilizó por vez primera Allan Shacketon en 1974 cuando estrenó en Nueva York un film que tituló “Snuff”. La cinta mostraba la ejecución de una mujer en Sudamérica; sin embargo, ante una denuncia penal por considerar la cinta un crimen, el productor se retractó y reconoció que fue un montaje.5 En las décadas recientes llegaron a cartelera películas de ficción sobre el mismo tema: “Shoking Asia” (1974), “Hardcore un mundo oculto” ((1978), “Holocausto caníbal” (1979), “Videodrome” (1984), “Chernobyl post morten” (1987), “Guinea pig” (1990), “Historias de Kronen” (1995), “Tesis” (1996), “Carretera perdida” (1997) y “8 mm” (1999).

Aunque el video snuff permanece como un mito dentro de la cultura mediática, otra gama de películas producidas como documentales intentaron acercarse a este género, como fue “Mondo Cane” (Perro mundo), filmado en 1962 por los italianos Paolo Cavara, Gualtiero Jacopetti y Franco Prosperi. Esta producción ofrece un recorrido sensacionalista por varias partes del mundo con temas considerados tabú. En Estados Unidos al cine “mondo” se le conoce como “shockumentary”.

Otras producciones célebres que funcionan como documentales de la muerte son “Face of Death” (1978), “Traces of Death” (1993), “Trauma” (1993), “Banned From TV” (1996) y “Terrorists, Killers and Middle-East Wackos” (2005). Estas realizaciones se basan en fragmentos de videos que muestran acontecimientos reales y dramáticos como ahorcamientos, volcaduras de automóviles, matanzas de civiles o ejecuciones de guerra. Algunas partes de estos filmes fueron transmitidos en su momento por noticiarios de televisión abierta o de paga.

Muerte en la red

Internet además de ser una plataforma de comunicación, parece ser también un medio táctil sobre el cual se manifiestan todo tipo de emociones humanas. En la galaxia Internet el amor puede ser efímero e incluso llevar a la ruptura de relaciones por “infidelidad en línea” (Gwinell, 1999), se puede convertir en una plataforma de prejuicios raciales y sociales (Gubern, 2000), también para construir “máscaras” que oculten las perversiones reales (Wallace, 2002) o como mecanismo de emancipación (Nardone, 2003).6

Odio, deseo y miedo transitan de la vida real de los usuarios hacia el resto de la comunidad en red. Las fobias y las filias trascienden las esferas privadas de los cibernautas para invadir el espacio virtual. Lo mismo ocurre con el displacer que generan prácticas vinculadas a la excitación sexual como el sadismo: saber que el dolor se convertirá en gozo, el poder que ofrece el control sobre la otra persona, la libertad que genera el abandono de la cotidianeidad, el castigo como mecanismo de alivio de las culpas propias y hasta el placer que puede provocar el miedo.

La cultura de la muerte encontró en Internet un nicho propicio para su expansión por ser la red un medio tecnológico que ofrece grandes posibilidades de libertad a los usuarios. Desde finales de la década de los 90 del siglo XX comenzaron a circular en las páginas web imágenes en movimiento provenientes de la cultura freak, principalmente de los shockumentary. Otros videos se trataron de montajes que aseveraban ser reales, como el caso de las imágenes de una joven que es ejecutada de un disparo en la cabeza mientras permanece amordazada. La breve producción circulaba a través de correos electrónicos.

En 1997 apareció Ogrish.com7 uno de los primeros sitios en Internet dedicado a la difusión de imágenes sin censura bajo el lema “Can you handle life?” El espacio ofrecía una galería macabra dedicada a la cultura gore y la violencia: ejecuciones, accidentes, terremotos, autopsias, ataques terroristas, explosiones, etcétera. En 2001 difundió el video de la ejecución del periodista Daniel Pearl de Wall Street Journal durante la guerra de Afganistán, en 2002 colocó imágenes de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2011, en 2003 divulgó fotografías de las víctimas del huracán Katrina y en 2005 puso a disposición de los visitantes un breve video sobre la explosión terrorista en la estación de trenes de Madrid.

La página creada por Dan Klinker lo mismo mostraba cuerpos destrozados por bombas que a personas devoradas por animales o arrolladas por el ferrocarril. Debido al elevado contenido violento, el sitio fue bloqueado por los gobiernos de España, Holanda, Polonia, Italia, Suiza y Francia. En 2006, después de varios años de presión por parte del FBI (Federal Bureau of Investigation), el sitio fue cerrado y cambió de nombre a LiveLeak (www.liveleak.com), desde donde se difunden imágenes con menor contenido violento, además de abarcar otras formas de exhibicionismo como la pornografía.

La tecnología Internet y la posibilidad de que los usuarios grabaran videos con cámaras o teléfonos móviles para posteriormente compartirlos en la red, generó que a partir del año 2000 aparecieran en la red imágenes que narran los últimos minutos de vida de las personas. Tal es el caso de los videos sobre asesinatos de civiles en Chechenia8 que fueron presentados al Consejo de Europa como pruebas de crímenes de guerra. Sin embargo fue la cultura de Medio Oriente una de las primeras en utilizar la imagen secuencial como un mecanismo de miedo en contra de sus adversarios, como lo demuestra el famoso video de un soldado ruso decapitado durante la invasión a Afganistán (1979-1989), el degollamiento de un talibán traidor, la tortura de un delincuente paquistaní o la explosión de un coche bomba en una zona céntrica.

A la cultura visual árabe se suman los fragmentos producidos por grupos vinculados con organizaciones fundamentalistas como Al Qaeda o Hamas, que emplean los videos como comunicados de prensa sobre sus acciones o para enviar alguna amenaza. En Internet estas imágenes ideológicas y religiosas lo mismo abarcan atentados que entrenamiento a niños suicidas, pena de muerte a contrarios y hasta videoclips motivacionales.

Tal vez uno de los videos sobre ejecuciones en Medio Oriente más conocidos es la muerte de Fabrizio Quattrocchi9 en abril de 2004 a manos de un comando armado denominado Brigadas Verdes de Mahoma. Quattrocchi había sido secuestrado junto con Salvatore Stefio, Umberto Cupertino y Maurizio Agliana, todos guardaespaldas italianos que trabajaban en Irak.

El grupo radical los acusó de espías europeos y los condenó a la pena capital. Quattrocchi fue colocado de rodillas con los ojos tapados; sin embargo, el guardaespaldas les dice a sus captores que le quiten el pañuelo de la cabeza para que vean “como muere un italiano” mientras uno de los secuestradores le corta lentamente el cuello. La cinta fue transmitida el 9 de enero de 2006 por el canal de televisión estatal italiano RAI 1 y por el canal árabe Al Yazira. En Internet los cibernautas pueden descargar la ejecución colocada en varios servidores gratuitos.

En la red también se encuentran imágenes y videos donde se muestra la decapitación de un menor de edad en Arabia Saudita, el ahorcamiento de Sadam Husein en 2006, fusilamientos en Palestina y Nicaragua, ablación genital en Somalia, lapidaciones de mujeres por adulterio, la muerte a balazos de nepaleses, linchamientos en Puerto Príncipe, Colombia y Ecuador.

También se pueden descargar archivos con la mutilación de un joven en República Dominicana, enfrentamientos a machetazos en Haití, la tortura de un ladrón en Perú, la muerte de un criminal norteamericano a través de la silla eléctrica y la quema de un violador por parte de una muchedumbre iracunda.

En la actualidad proliferan en la red espacios que difunden la cultura de la muerte, la humillación y la violencia como parte del espectáculo voyeurista, como cnbhorror.com, darksites.net, perversetop100.com y pervesites.com, además de páginas construidas en las redes sociales donde aparecen temáticas que mezclan la sangre, el semen y las lágrimas en un mismo contenido.

En YouTube, la principal plataforma en línea en la distribución de videos en el mundo, circulan miles de imágenes provenientes del cine, los documentales y las noticias que muestran parte del displacer emocional que genera el exhibicionismo de la “realidad-horror”. La principal ventaja que ofrece YouTube a los cibernautas es la posibilidad de compartir sus videos con la comunidad bajo la libertad que da el anonimato y la liquidación de la distancia (Ver etcétera 124).

Por lo que se refiere a México, la “narcoguerra” que se libra entre el gobierno y los cárteles de la droga desde el año 2006 encontró en las herramientas propagandísticas utilizadas dentro de los conflictos armados, en las ideologías fundamentalistas y en algunas estrategias de violencia latinoamericana, una nueva forma de comunicar los códigos de terror que genera la narcocultura.

De las primeras ejecuciones que llegaron a los documentales cinematográficos y a la televisión sensacionalista durante la década de los 70 del siglo XX, la muerte real como espectáculo alcanza uno de los más elevados niveles de expresión en la narcoguerra mexicana. Tanto en YouTube como en servidores externos como Megaupload o Depositfiles y en blogs, el “videohorror” es parte del consumo visual cotidiano para miles de cibernautas.

Elementos de la cultura gore y los documentales son utilizados consciente o inconscientemente por el hampa para difundir la muerte como mecanismo de terror: torturas, interrogatorios y asesinatos, todo frente al lente de la cámara. La estructura narrativa en la cual se montan los comunicados icónicos del crimen organizado mexicano tiene una gran semejanza con la representación de los grupos radicales árabes: un cuarto cerrado con poca luz, personas enmascaradas y armadas, víctimas bajo somet imiento psicológico y físico, así como una pobre calidad de reproducción.

La atrocidad de la cultura de la muerte registrada en video durante las últimas décadas ha quedado rebasada por la brutalidad y la cada vez más despiadada producción audiovisual de la narcoguerra: decapitaciones, mutilaciones genitales y descuartizamientos.

En la red y en los medios de comunicación la muerte tiende a perder parte de su sentido como el fin de la vida y parece adquirir nuevos elementos simbólicos vinculados al espectáculo y al voyeurismo. En la comunicación mediática la muerte vende y legitima falsamente su fin al comercializar los espacios informativos a través del miedo. En Internet los usuarios interpretan la cultura de la muerte filmada y manifiestan sus parafilias a partir del placer o displacer que les ofrece el consumo del horror.

Notas

1 Freud, Sigmund. Freud: obras completas. Volumen XIII. Editorial Hyspamerica, Argentina 1988.

2 Marzano, Michela. La muerte como espectáculo. Editorial Tus-Quets. México, 2007. p. 69

3 Román Gubern. La mirada opulenta. Gustavo Gilli. Barcelona, 1994, p. 40

4 Lager, John. La televisión sensacionalista. Editorial Paidós. Barcelona 2000, p. 12.

5 Contreras, Sergio Octavio. “Iconografía letal”. Revista etcétera, número 41, marzo de 2004.

6 Para mayor referencia consultar El amor en Internet (1999) de Esther Gwinnell, La psicología de Internet (2002) de Patricia M. Wallace, El eros electrónico (2000) de Román Gubern y Perversiones en la red (2003) de Giorgio Nardone.

7 Ogrish.com recibía al día entre 150 mil y 200 mil visitas de cibernautas. Cuando había “malas noticias” el portal llegó a tener 750 mil visitas.

8 Marzano, Michella, 2007, p.23

9 Cibernautas italianos crearon la página http://fabrizioquattrochi.com/ en honor a Quattrocchi, a quien consideran un “héroe romano” por morir ejecutado frente a una cámara.

Autor

  • Sergio Octavio Contreras

    Doctor en Ciencia Política. Comunicólogo y master en sociedad de la información por la @UOCuniversitat. Profesor universitario. Consultor y conferencista en redes sociodigitales. Twitter: @Ciberpensador

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