un sistema gubernamental que permite dirección interna autonómica pero que, igual que los estados de EU, está sujeto a la supremacía de las leyes y Constitución de ese país. Esto ocurre sin que la isla tenga voto en el Congreso de aquel país. Los periodistas boricuas no tenemos colegio ni sindicato único.
El escenario mediático para cuatro millones de habitantes es, para comenzar con la televisión, de 32 licencias de transmisión, de las cuales tres son de canales comerciales que se llevan el 80 % de la publicidad. Ninguno de ellos está en manos puertorriqueñas. Uno está en manos de la cadena NBC, otro de Univisión, y otro en manos de intereses estadounidenses, Intermedia Partners. Hay cinco operadores de cable por línea y por satélite.
En prensa escrita, hay cuatro periódicos principales. Todos son tamaño tabloide. El Nuevo Día, que es el principal, tiene una circulación para efectos de publicidad de 200 mil pero su base es la distribución doméstica y ésa es menor, aunque es la más sólida de todas las publicaciones. Primera Hora es el segundo con entre 130 y 140 mil ejemplares diarios. El Vocero tiene entre 125, 130 mil ejemplares y The San Juan Star, editado en inglés, tiene unos 60 mil. El Nuevo Día y El Vocero son periódicos de familia. El primero de la familia Ferré Rangel y el segundo de la familia Roca. Ambos están ya en la segunda generación. Los Ferré Rangel son, además, protagonistas importantes de la gestión empresarial y son los principales accionistas individuales del banco más grande de la Isla, el Banco Popular.
Hay dos semanarios principales. Uno socialista, que es Claridad y que ha sido el órgano básicamente de la independencia y el socialismo por los últimos 50 años, con circulación de 15 a 20 mil ejemplares. Entonces está el Caribbean Business, que es el periódico del sector empresarial, editado en inglés, con unos 45 mil ejemplares de circulación.
En radio hay 127 estaciones: 64 en la banda AM y 53 en FM. De ésas, hay básicamente tres cadenas de noticias principales. Hay dos en manos puertorriqueñas, que son Radio Isla 1320 y Radio Uno 530 y una en manos de Univisión, que es Radio Reloj 580. El resto de esas 60 estaciones básicamente funcionan como repetidoras de las cadenas principales, así que no hay 127 estaciones que estén generando contenido todo el tiempo, la mayoría de ellas trabaja en función de repetir alguna de las cadenas. El formato de “noticias” prevaleciente depende casi enteramente del análisis por parte de personalidades que son casi todos representantes de partidos o ideologías políticas.
Hay 28 revistas, aunque eso incluye algunas extranjeras que tienen ediciones locales. Las principales son básicamente cinco, están en manos puertorriqueñas, y circulan entre 65 y 115 mil ejemplares pero son de farándula y de moda. No hay revista de noticias, aunque hay un mensuario publicado por la Universidad de Puerto Rico, Diálogo, que hace un esfuerzo notable de análisis y profundidad. En total, el bizcocho publicitario que se disputan estos medios fue de mil 800 millones en 2005. En cuanto al contenido que va con esa inversión publicitaria, la realidad en Puerto Rico es casi un calco de lo que esquematizó Camilo Taufic en su libro Periodismo y lucha de clases en cuanto a la prensa en los países capitalistas. La libertad de prensa se articula como la libertad de empresa, la gestión prioritaria es la lucha por la pauta publicitaria, el contenido es predominantemente formulaico y predecible, asoman la trivialización de la noticia y lo sensacional, y los espacios para la verdadera profundidad, la investigación, y la contextualización son tan precarios como el hielo en el infierno. El impulso de agendas políticas existe, pero existe más que nada con los propósitos de desarrollo comercial y empresarial, no con el propósito de desarrollo o activismo ciudadano.
En ese sentido, ser un periodista cabal en Puerto Rico significa ser un luchador en contra de lo que podríamos llamar una mentalidad colonial, no solamente por la realidad de ocupación política, sino por la mentalidad colonial que se produce cuando los medios, o están en manos extranjeras, o están sometidos a la acaparación de pautas publicitarias y la protección de una hegemonía social. Una mirada general al contenido periodístico en Puerto Rico nos lleva a concluir que no está dirigido por olfato periodístico, o por un instinto de reivindicación social, sino por planes de mercadeo donde la predecibilidad ideológica y temática es el elemento clave del éxito.