Comencemos con una historia: Carla tiene tres años trabajando para un jefe que la maltrata, un hombre inseguro y, por tanto, controlador que tiende a concentrar el trabajo en pocas personas (eso también tiene un nombre, se llama “micromanagement” y se refleja en la incapacidad de confiar en los subalternos). Pablo, el jefe, además tiene a su novia como segunda de abordo.
El maltrato es sutil, consiste en ocultar información para que Carla no se entere de todo, le resta autoridad ante otros superiores. Por ejemplo en eventos donde ella debe presidir, Pablo toma el control. Le quita personal, le niega el apoyo, incluso le pide a otros colaboradores que no la asistan. Se le vigila a cada paso. Quizás sufres o has sufrido de lo mismo pues en México más del 50% de los trabajadores son víctimas del acoso laboral.
Pero continuemos con Carla, ella trata cada vez de hacer más pero se le reconoce menos, está cansada y quiere denunciar. Lo malo es que hay momentos en que duda de ella misma, algunos compañeros le dan la razón, otros le dicen que exagera. Le aseguran que en la empresa las quejas de ese tipo no se atienden y que incluso llegan a costarle el trabajo a alguien por “chillón”, por “chismoso”. Carla no duerme de sólo pensar que se traiciona, que como mexicana está harta de los abusos. Siempre nos quejamos del gobierno, de la corrupción, ella se pregunta ¿No soy corrupta al callar, no apadrino este sistema con una aprobación tácita que proviene del silencio?
¿Qué es?
Nos dice Internet que sabe mucho, aunque nunca todo, que corría el año de 1990 cuando en el marco de un congreso de Higiene y Seguridad en el Trabajo, el profesor Heinz Leymann, doctor en Psicología y profesor de la Universidad de Estocolmo, por primera vez dio nombre y definición a esta mala práctica:
“Situación en la que una persona ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente y durante un tiempo prolongado sobre otra persona o personas en el lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima o víctimas, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente esa persona o personas acaben abandonando el lugar de trabajo”.
Como nunca hay nada nuevo bajo el sol el hombre no deja de ser más que un animal que piensa más o al menos distinto que los demás, tiempo atrás el etólogo Konrad Lorenz observó un comportamiento similar en ciertas especies animales percatándose de que existen casos en los que individuos más débiles del grupo se asocian para atacar a otro más fuerte. Como don Konrad hablaba inglés bautizó al fenómeno en esta lengua “to mob” que significa algo así como “acosar”. En el libro Cómo defenderse del Mobbing y otras formas de acoso, su autor González de Rivera aplica el término a sucesos de tipo grupal donde un individuo es perseguido o presionado psicológicamente por una o varias personas del grupo laboral al que está adscrito.
El profesor creó el Inventario de Acoso moral de Leymann donde describe 45 formas de mobbing divididas en cinco áreas:
• Limitar la comunicación
• Limitar el contacto social
• Desprestigio de la persona en el marco laboral o más allá
• Desprestigiar y desacreditar la capacidad profesional y laboral
• Comprometer la salud
¿Cómo saber si a ti te pasa?
Como es difícil de demostrar, quienes lo padecen, prefieren hacer caso omiso. Lamentablemente en nuestro país la denuncia formal nos cuesta trabajo y preferimos la queja informal con los amigos y redes sociales, en lugar de enfrentar el problema y tomar el riesgo. Para poder detectar este acoso existe un cuestionario: http://ccoo.upv.es/files/ Salud-Laboral-Mobbing/2008/Mobbing_Cuestionario.pdf
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dice el diario La Jornada, en México lo padece la mitad de los profesionistas y en el mundo cerca de 12 millones de personas, por lo que en Europa es considerado una epidemia. El diario cita el trabajo de Griselda Zúñiga Ruiz “El mobbing y sus repercusiones organizacionales”. La autora señala que todos los mexicanos hemos padecido mobbing en algún punto de nuestra trayectoria:
Por nuestra cultura, nos parece normal que alguien sea molestado en la escuela, oficina y hasta en la familia. Se presenta cuando un grupo tiene actitudes hostiles contra un compañero de trabajo a fin de aislarlo. La víctima normalmente es una persona brillante y, por lo mismo, vista como una amenaza por los atacantes.
¿Callar es corrupción?
Regresando a Carla, una noche de vela se hizo la pregunta de este subtitular. Para buscar respuesta acudió a la filosofía. Recordó que Hannah Arendt habló profusamente de la “banalidad del mal” que señala el comportamiento burócrata de quienes callan, toleran o incluso actúan en favor de actos injustos por pertenecer al sistema. Consideran que el cumplimiento de las órdenes de un superior les obligan a callar o ser irreflexivos ante actos de abuso. La única forma de evitar este comportamiento es el valor para denunciar y la actitud reflexiva que evita que nos dejemos llevar por la inercia del sistema.
Carla sabe que esto no es fácil y recuerda los experimentos de Stanley Milgram de los que da cuenta de su libro Obediencia a la autoridad. La perspectiva experimental. En el texto se narra el experimento para medir la disposición de los sujetos para obedecer irreflexivamente a la autoridad. El experimento es muy famoso y ya lo he relatado antes en etcétera http://www2-etcetera.com/articulo/ El-mal/24449. Milgram encuentra que existen muy pocas personas capaces de desobediencia a la autoridad. Esto ocurre en gran medida por el conformismo y el miedo al aislamiento.
Solomon Asch, tiene una teoría al respecto, en ella describe la relación fundamental entre el grupo de referencia y la persona individual. Un sujeto que no tiene la habilidad ni el conocimiento para tomar decisiones, particularmente en una crisis, prefiere apegarse a la toma de decisiones al grupo y su jerarquía. Milgram adjudica ese fenómeno también a la teoría de la cosificación (agentic state) que dice que la esencia de la obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera responsable de sus actos. Así el sujeto se despersonaliza y se percibe instrumento, con ello mitiga la responsabilidad. Es lo que Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis llaman ceguera moral.
Carla sigue documentando, se nos va “como hilo de media” y llega a su querido Philip Zimbardo quien en su libro El efecto diabólico dice que el poder más grande para hacer que la gente aparentemente buena haga cosas malas, es el propio sistema, integrado por complejas fuerzas omnipotentes que dan contexto y establecen la situación y que pueden dominar la voluntad de un individuo e inhibir su capacidad de resistir.
La desindividuación, la obediencia a la autoridad, la pasividad frente a las amenazas, la auto-justificación y la racionalización son formas de deshumanización, ceguera moral que obnubila la reflexión crítica. Zimbardo, muestra que siempre existen personas que se resisten, sujetos que no son inmunes al mal o buenas por naturaleza, sino seres con mayor capacidad reflexiva, capaces de tácticas mentales y sociales de resistencia.
¿Pero son malos Pablo y los compañeros de Carla que obedecen sin pensar?
Para Phillipe Zimbardo, el efecto Lucifer es el proceso de transformación de las personas buenas o normales que hacen cosas malas en el trabajo. En ese sentido, el mal consiste en comportarse intencionalmente en formas que dañan. La mayoría de nosotros nos escondemos detrás de los prejuicios que generan la ilusión de que somos especiales, un escudo protector egoísta que nos lleva a creer que somos superiores a la mayoría. En este sentido, el complejo corporativo es un megasistema que controla gran parte de los recursos y la calidad de vida de mucha gente; cuando el poder está casado con el miedo, es decir, con personas inseguras que ostentan un lugar jerárquico de dominación propagan el miedo y la obediencia servil.
El proceso comienza con la creación de concepciones estereotipadas de los otros, que se perciben como el enemigo, por tanto al descalificarlos sistemáticamente los vamos deshumanizando, les robamos su valor, vemos al otro una amenaza fundamental para nuestras creencias. El mal no se limita a la guerra o las ideologías totalitarias, es una forma de alejamiento de una mirada ética, una visión silenciosa que permite que los atropellos sigan su curso. Ceguera moral, auto-elegida, autoimpuesta, una actitud fatalista de aceptación.
Esta nueva forma de maldad, como diría Anatole France es el “fanatismo sereno ‘de los’ pequeños hombres”. Personas que se vuelven incapaces de cualquier crítica o cuestionamiento de sí mismos o del mundo que les rodea.
Carla en busca de sentido
Carla tiene miedo, claro que comprende que Pablo, su pareja y algunos de sus compañeros son víctimas del mal sistémico, de la banalidad y ceguera moral. Teme perder su trabajo, ser tildada de chismosa o débil, de no seguir aguantando la presión que aguantan muchos. Pero concluye que de callarse será cómplice, corrupta por aceptar estoicamente, traicionando su propia lealtad, su derecho y obligación para ser parte del cambio, un puente entre la desigualdad y la oportunidad para integrar espacios sociales y laborales más justos.
Carla sabe que no es especial, cree que las personas como las neuronas somos parte de un sistema que apuesta por la inteligencia pero sabe que como en el juego que tanto le gustaba de niña, hay veces que se debe decir “Un dos tres por mí y por todos mis compañeros” de lo contrario las malas historias se seguirán contando.
Referencias:
Bauman, Zigmunt and Leonidas Donskis. Moral Blindness. Polity Press: Cambridge. 2013.
Carrillo JM, Collado S. Mobbing: implicaciones para la salud física y mental. Jano 2003
Duato E, Martínez L, Montero, MC. Mobbing, el maltrato dentro de la empresa. Prevención y Salud Laboral 2005.
Milgram, Stanley, “The perils of obedience”, Harper’s, 247:1483 (1973:Dec.) p.62
Mora, Ferreter J. Diccionario de Filosofía. Ariel: Barcelona. 2001
Verdú, Vicente. “La energía del mal, el poder de lo feo” El País. Http:// elpais.com/diario/1997/12/04/sociedad/881190005_850215.html. JUEVES, 4 de diciembre de 1997
Virgil Rubio, Jorge. Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales. Alianza: Barcelona. 1999
Zimbardo, Philip. The Lucifer Effect : Understanding How Good People Turn Evil. Random House: New York. 2008
http://www.psicologia-online.com/autoayuda/trabajo/mobbing. Shtml
La mitad de los profesionistas en México enfrenta el mobbing http://www.jornada.unam.mx/2014/12/28/sociedad/030n1soc