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lunes 16 septiembre 2024

Ocho años del Canal del Congreso

por Leticia Salas

El Canal del Congreso inició formalmente sus transmisiones el 29 de agosto de 1999. Su existencia se ha cuestionando: “¿Para qué se mantiene, si no es un medio masivo?”, “¿A quién le puede interesar la política?”, “¿Se justifica el costo?”. Y la respuesta, por parte de quienes defienden su función, sigue siendo la misma: el Canal del Congreso constituye una necesidad social y cívica, a la vez que un vehículo indispensable de la democracia mexicana. De igual manera responde a un Poder Legislativo que está obligado a legislar de cara a la sociedad, a rendir cuentas, y crear medios e instrumentos que lo hagan viable. “El Parlamento sólo tiene carácter representativo en la medida que se admita que su actividad sea pública”.

El canal, como medio con vocación de servicio público, debe lograr comunicar la importancia del papel de las asambleas legislativas y hacer comprensible su actividad, con el fin de reforzar y desarrollar la democracia, fortalecer la participación ciudadana y la cohesión social. No se puede esperar a que los medios privados o a que otros medios gubernamentales –con otra vocación original– lo hagan. La obligación del canal, como medio de servicio público, es buscar alternativas de desarrollo y de transición para cumplir con su función social. Todo lo que ocurre a los ciudadanos pasa por el Congreso de la Unión, y por eso es de vital importancia el conocimiento sobre las Cámaras y la información sobre sus actividades y resoluciones, a fin de favorecer o enriquecer el debate social.

La necesidad es evidente. Las encuestas del Centro de Estudios de Comunicación Social de la Cámara de Diputados (CESOP) 2007 reflejan que 50% de los encuestados no sabe cuántas Cámaras conforman el Congreso de la Unión; 66% no conoce cuántos diputados federales hay; 82% no menciona el nombre de un diputado, y 43% no nombra una ley que se haya aprobado recientemente. Ante la pregunta, ¿quién cree que representa mejor sus intereses?, 30% contesta que el Presidente de la República; 18% que ninguno; 17% el presidente municipal o delegado, y 15% el gobernador. Y en cuanto a la confianza en las Cámaras, 40% dijo tener poca; 33% ninguna, y 23% sólo algo.

Las encuestas también reflejan el desconocimiento de los ciudadanos respecto al Poder Legislativo y la percepción existente sobre sus protagonistas. Según los últimos estudios, para 65% de la población la política es complicada y muy complicada; 28% ni siquiera sabe contestar si México es democrático, y 23% contesta que no lo es. De 31% que cree que el sistema es democrático, casi la mitad de las personas está poco o nada satisfecha.

La televisión es el medio ideal para mejorar estos hechos porque 82% de los ciudadanos la utiliza para informarse de lo que pasa en la política, lejos del 8% que lo hace a través del periódico y 7% la radio.

Canales legislativos en el mundo
El Canal del Congreso no es el único en el mundo por su especialización, aunque ya sea un referente en el ámbito. Alrededor de 60 países permiten la grabación (en video o en audio) de los procesos legislativos en sus correspondientes Cámaras para su difusión posterior, y se observa un avance acelerado de la televisión legislativa por Internet. Lo más llamativo sigue siendo el aumento del número de televisiones legislativas por señal abierta, cable o vía satélite: en el mundo ya son más de 20 los congresos que cuentan con un canal con estructura, equipo, presupuesto, contenidos y alcance como cualquier otro público o privado. Como medios especializados, están tomando cada vez más fuerza y presencia.

Los pioneros son Australia y Nueva Zelanda, aunque el modelo de servicio de televisión parlamentaria más desarrollado es el estadounidense: C-SPAN emite las actividades del Congreso desde 1979, y al igual que el canadiense CPAC, es un medio privado –lo subvenciona la industria del cable– con vocación de servicio público, muy consolidado y a la vanguardia tecnológica.

En Europa, hay 14 canales como tales; unos de gran tradición como servicio público y que pertenecen a las cadenas nacionales públicas (es el caso del Reino Unido), otros que pertenecen a las Cámaras (caso francés) y otros que están en vías de experimentación y desarrollo, a medio camino entre ofrecer sólo servicio de Internet y ser un canal de televisión (casos español y portugués).

El canal pionero en Latinoamérica fue Brasil, en 1995, y en tan sólo una década, siete de los 20 países de la región ya cuentan con el servicio de transmisión, como son Argentina, Brasil, Chile, México, Perú, Venezuela y Colombia. Los más desarrollados como canales son Brasil (donde además, 18 de 27 asambleas estatales tienen emisoras particulares, caso único en el mundo) y México. Argentina y Perú, por el momento, sólo tienen una señal por Internet que transmite sesiones y eventos de forma ocasional.

Todos estos medios, por su carácter de medios de comunicación con vocación de servicio público, deben hacer visible y manifiesto cómo y desde dónde se construye lo que se debate; partir siempre de que una deliberación necesita argumentación y ésta, a su vez, información pertinente y completa; reivindicar en la ciudadanía las nociones de bien común, intereses colectivos, representación, participación, democracia y política; tejer una relación Congreso-ciudadanía marcada por la participación de esta última, y formular una campaña permanente que diga, una y otra vez, el significado de las figuras parlamentarias y su repercusión en la vida cotidiana de las personas.

La formación de la opinión pública es un tema esencial en el ámbito político moderno. Lo público concebido como un espacio articulador de los intereses colectivos para la construcción de ciudadanía. Debido a la configuración de nuestras sociedades modernas, el dispositivo adecuado hasta ahora para la conformación de una esfera pública incluyente es la radiodifusión de servicio público. Las nuevas tecnologías ofrecen posibilidades todavía más amplias y complejas, pero falta tiempo para que el acceso en nuestro país sea generalizado y para que, por tanto, ingresen al debate político.

Esto debe lograrse considerando que la única fuente de legitimidad de la radiodifusión con vocación de servicio público se halla en el tratamiento de sus públicos como ciudadanos, y que por tanto, éstos no pueden constituir una audiencia pasiva, ni la comunicación puede centrarse en vías unidireccionales.

De esta manera, el canal legislativo mexicano, al igual que otros similares, trabaja en estos momentos para informar y promover el análisis sobre la tarea del Poder Legislativo y dar más importancia a los públicos; para crear una retroalimentación comunicativa con los ciudadanos como actores sociales; para ofrecer contenidos y una programación de calidad acordes con las nuevas necesidades de las audiencias, y para consolidarse como un ente con criterios comunicativos particulares.

Avances
¿Cómo conseguir todo esto en la práctica? La tarea pendiente del Canal del Congreso, al igual que de la mayoría de canales legislativos, es realizar un fuerte trabajo interno de reestructuración, orden y dinámicas de trabajo, y lograr, a pesar de estar insertos en el ejercicio financiero de la Cámaras Legislativas, un modelo de operación administrativo y operativo que le permita estar acorde a los ritmos de un medio de comunicación. El reto es que los canales legislativos transiten de ser órganos de difusión y se acepten y adecuen como verdaderos medios.

Para ello, otro de sus objetivos es reforzar el área de producción y programación. La inversión en producción propia suele ser baja, pero a medida que los años avanzan, que una audiencia específica se va conformando, este tipo de canales son más conocidos y referenciales, a la par que los legisladores son conscientes del potencial del medio. En los últimos años, se observa que muchos canales han diseñado barras de programación con contenidos, formatos y géneros más diversos, combinando producciones previas exitosas con nuevas apuestas y más transmisiones en vivo. La finalidad es equilibrar el acontecer diario –en vivo y en directo– con los contenidos que lo contextualicen y analicen con más sosiego y reflexión, de tal forma que den estructura, identidad, continuidad y solidez al medio.

En el caso del canal mexicano, se tiene un alto porcentaje de producción propia –92% de su transmisión total–, lo que ha requerido eficiencia en la logística de producción para la cobertura de los eventos, transmisiones en vivo, edición y postproducción de las grabaciones realizadas. El aumento de transmisiones en vivo ha implicado mayores recursos y esfuerzos, en particular respecto a las sesiones plenarias de las Cámaras. El pasado 7 de febrero se inició la producción de un bloque informativo previo a las sesiones, en el que se ofrece al público datos sobre la historia de las Cámaras, las dinámicas del proceso legislativo y la agenda del día.

Muchos canales legislativos se han puesto a prueba y han crecido en coyunturas políticas y sociales difíciles, y ése también ha sido el caso en México. Un hecho importante fue la transmisión total del acto de apertura del primer periodo ordinario de sesiones del segundo año de la LX Legislatura del Congreso de la Unión, a diferencia de la señal ofrecida por el Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales (CEPROPIE) de la Secretaría de Gobernación. Ésta –según las autoridades por un error técnico, y según la oposición por censura– se cortó cuando la presidenta de la mesa directiva, Ruth Zavaleta, inició su mensaje. Los ciudadanos pudieron seguir el evento íntegro gracias al canal, hecho reseñado por la mayoría de medios de comunicación y líderes de opinión.

Lo mismo ocurrió con la pasada toma de tribunas. El canal la mostró en tiempo real y simultáneamente en ambas cámaras. Otro momento de prueba fue la elección de consejeros del IFE en diciembre de 2007. Se cubrieron 105 entrevistas a candidatos, transmitidas a lo largo de 21 horas diarias durante cinco días.

Por otro lado, con motivo del análisis y el debate que sobre la reforma electoral se sostenía en el Senado, el canal transmitió en vivo la controvertida reunión de los representantes de la CIRT con los senadores. También, en junio de 2007, las sesiones en vivo de la Corte sobre la acción de inconstitucionalidad de las reformas a la Ley Federal de Radio y Televisión y la Ley Federal de Telecomunicaciones.

Y el ejemplo más reciente ha sido la transmisión de los foros de debate sobre la reforma energética y la entrega del informe presidencial con el nuevo formato. En todas se dieron elementos para que los ciudadanos vieran, en vivo, lo que sucedía en las Cámaras y llegaran a tener sus propias conclusiones.

Otro objetivo general de los canales legislativos en el mundo es lograr la conversión digital cuanto antes, siguiendo con los respectivos calendarios. El objetivo: lograr una mayor eficiencia, generar contenidos creativos utilizando herramientas tecnológicas adecuadas y ofrecer al televidente calidad en la transmisión.

Órgano rector
A diferencia de otros canales legislativos que dependen de las áreas de comunicación social, el Canal del Congreso mexicano cuenta con un órgano rector, la Comisión Bicamaral, órgano plural, colegiado y paritario integrado por tres diputados y tres senadores de distintos grupos parlamentarios (PAN, PRI y PRD). Esta comisión ha generado políticas internas sobre sus atribuciones y responsabilidades, y otros documentos que tienen por objeto regular la operación y transmisiones, así como los criterios generales de programación del Canal del Congreso. Y a fin de darle un sustento legal a la operación y funcionamiento del canal, en el marco de los instrumentos normativos del Congreso, se aprobó una iniciativa de decreto por el que se expidió un Reglamento para el Canal del Congreso, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 18 de mayo de 2005, para regular los objetivos, el financiamiento, la administración, la programación y en general la conducción del canal.

Señal abierta

El otro gran reto para los canales legislativos es, sin duda alguna, poder transmitir por señal abierta. Todos los ciudadanos tienen el derecho a estar informados, sin distinción ni condición alguna. Actualmente, en la mayoría de países sólo los ciudadanos que pueden pagar un servicio de cable pueden sintonizar estos canales.

El Congreso Mexicano manifestó, desde 1998 en la LVII Legislatura, el interés por obtener una frecuencia para el Distrito Federal y la zona conurbada, pero no hubo condiciones ni posibilidades. En la LX Legislatura se concretó la solicitud formal, se efectuaron los trámites, pagos y se hizo la entrega del expediente técnico establecido por la ley en la materia, sin respuesta hasta el momento. Urge, pues, que las autoridades competentes tomen una decisión positiva, que redundará en beneficio de los ciudadanos y en el desarrollo del canal.

Avanzar en el campo de los medios con vocación de servicio público es un deber y una obligación de todos los parlamentos. En México, la responsabilidad de establecer las directrices y avanzar en este sentido recae en el órgano rector del canal, la Comisión Bicamaral, y en las decisiones de conducción y dirección de éste. Los avances que se obtengan deberán concretarse en la pantalla y a través también de las plataformas paralelas que ofrecen las nuevas tecnologías. En la mayoría de países que han visto el potencial de este tipo de medios especializados, se está trabajando internamente también –como lo hacen otros medios privados y públicos– en la autorregulación, las políticas de comunicación, el desarrollo y nuevas aplicaciones de Internet, los estudios cualitativos y cuantitativos de audiencias y contenidos, imágenes institucionales más modernas, mecanismos de participación de las audiencias, transparencia y rendición de cuentas también ante los públicos, etcétera.

Siendo consecuentes también con esta perspectiva social, la Comisión Bicamaral emitió una convocatoria para integrar un Consejo Consultivo integrado por ciudadanos de amplio y reconocido prestigio profesional en el campo de los medios de comunicación. Actualmente en proceso de conformación, se espera que este consejo contribuya al cumplimiento de los objetivos del canal, a sugerir mecanismos de vinculación social, a la presentación de sugerencias y mecanismos para que las audiencias participen en materia de programación, que plantee sistemas de evaluación del desarrollo del canal, etcétera.

Los avances de la política contemporánea y el desarrollo de este tipo de medios de comunicación social están íntimamente vinculados; por sus pantallas atraviesan los debates sobre la democracia, la representatividad, el Estado y la comunicación, en los que todos, como ciudadanos responsables, debemos estar atentos. En México, el Canal del Congreso ha cumplido –al igual que la revista etcétera– ocho años de búsqueda, comunicación y deliberación en el espacio público. Ocho velas que al soplarlas esperamos que cumplan muchos deseos y un etcétera de retos.

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