En una de las paredes del edificio de Radio Educación, en México D.F., pende una manta en la que se lee: “Por una radio sin tapabocas”. Con esa frase, los trabajadores de la emisora protestan por haber sido despojados de su voz radiofónica durante la “crisis de la influenza” -del 25 de abril al 8 de mayo de 2009-, periodo en el que la emisora, debido a una orden gubernamental, no difundió programas sobre el tema realizados en la propia estación y fue obligada a operar como repetidora del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), a cuyo cargo estuvo la difusión de contenidos oficiales relacionados con el virus AH1N1.
Información monopolizada En un boletín de prensa distribuido el 8 de mayo, el sindicato de Radio Educación expresó su descuerdo con la decisión gubernamental de convertir a XEEP en repetidora del IMER: “Los trabajadores de Radio Educación comunicamos al auditorio que nos otorga su preferencia, que de ninguna manera estuvimos de acuerdo con el enlace de nuestra señal a las transmisiones del Instituto Mexicano de la Radio, referentes a la contingencia sanitaria, llevadas a cabo desde el pasado 27 de abril hasta el día de hoy. La decisión fue tomada sin convocar a la base trabajadora desplazando y sustrayendo nuestra materia de trabajo; no obstante que el compromiso de esta comunidad ha sido patente en crisis similares”. Los trabajadores aclararon que su protesta no debe ser interpretada “como una negativa a la difusión de las medidas preventivas y de seguridad sanitaria” y que su desacuerdo se debe a que “Radio Educación (fue) nulificada y excluida como una voz calificada para informar, orientar y analizar en torno a esta contingencia”.
¿Tienen razón los trabajadores de Radio Educación en su protesta? Si el asunto se ve desde una perspectiva similar a la del gobierno podría decirse que no. Como explicó en estas páginas Rubén Aguilar, ex vocero de Vicente Fox, el gobierno se propuso “monopolizar” la información (etcétera, junio de 2009, pp. 4-5).
Los estrategas de la Presidencia se propusieron que en los días de la influenza el “gobierno federal se adueñara del tema”, como escribió el propio Aguilar, y que el discurso gubernamental fuera prácticamente el único que apareciera en radio y televisión.
No le interesaban al gobierno la pluralidad informativa, ni la existencia en los medios electrónicos de puntos de vista diferentes al suyo. Se trataba de centralizar la información sobre el tema y se eligió al IMER como el instrumento radiofónico para difundir la estrategia gubernamental. A Radio Educación se le vio desde un punto de vista utilitario, simplemente como una frecuencia más para dar cobertura a la estrategia gubernamental. La pregunta es: ¿por qué no se eligió a Radio Educación como centro para difundir la estrategia y a las estaciones del IMER como repetidoras?
Desconfianza
Si el tema se ve con criterio periodístico, es claro que los trabajadores de Radio Educación tienen razón en protestar. La visión periodística privilegia la diversidad, la confrontación de fuentes, la investigación, el no conformarse con una sola versión de los hechos. Pero justamente esa diversidad es la que el gobierno quiso evitar.
También se justifica la protesta desde el punto de vista profesional: se prohibió a los trabajadores de XEEP participar como profesionales de la comunicación en un episodio muy importante en la historia mexicana reciente y se les impuso una programación elaborada en otra institución radiofónica; es decir, se desconfió de ellos, muy probablemente por razones “políticas” y se les puso un tapabocas.
Pasado el periodo de contingencia, los trabajadores de Radio Educación obtuvieron un espacio para difundir durante una semana “La vida en tiempos de la influenza humana”, serie de cinco programas, con duración de una hora cada uno, en los que el tema se abordó de la siguiente manera: 1) “¿Qué es la influenza? (visión histórica, antropológica y sociológica)”; 2) “Con qué cuenta la infraestructura del sector salud (público y privado; recursos humanos y materiales, laboratorios, especialistas e investigadores)”; 3) “Aspectos psicológicos” (reacciones individuales y colectivas ante la presencia de una epidemia)”; 4) “Costos e impacto económico de esta pandemia en el país y a nivel internacional”; 5) “El papel que juegan las organizaciones no gubernamentales”.
En los días de la influenza, al gobierno le interesaba que radio y televisión colaboraran con él en la difusión de medidas profilácticas y en la transmisión de los discursos del secretario Córdova Villalobos y de Felipe Calderón, no que trataran de explicar las causas de la epidemia y sus posibles efectos.
Directrices gubernamentales
El 25 de abril de 2009, unas horas después de que se declaró la contingencia, el Diario Oficial de la Federación publicó un decreto expedido por la Presidencia de la República en el que se otorgan a la Secretaría de Salud facultades extraordinarias para atender la crisis sanitaria, entre ellas una relacionada con el contenido de la información transmitida por los medios: “(Es facultad de la Secretaría de Salud) la utilización libre y prioritaria de los servicios telefónicos, telegráficos y de correos, así como las transmisiones de radio y televisión, estableciendo las directrices informativas necesarias a fin de transmitir clara y oportunamente las medidas que se adopten para afrontar la contingencia”.
No se hizo público si el Secretario de Salud se entrevistó con los concesionarios de radio la televisión para solicitarles la “utilización libre y prioritaria” de las emisoras, pero sí se percibió en esos días una similitud en el contenido de las transmisiones relativas a la influenza en las estaciones privadas. El acento se colocó en la información profiláctica, en la orientación y en las entrevistas cotidianas al secretario Córdova. Nada de investigación o análisis sobre la influenza. Y mucho menos cuestionamientos a las acciones gubernamentales: cualquier punto de vista en ese sentido, debía ser excluido o, como escribió Rubén Aguilar en el número pasado de etcétera, quedar en condición “marginal”.
En el caso de la radio estatal, se asignó al IMER la tarea de centralizar la información y a Radio Educación se le borró de cualquier participación creativa. Esta falta de respeto no ocurrió en la televisión estatal, donde tanto el Once TV México como el Canal 22 produjeron sus propios programas sobre la influenza. ¿Habrá alguien que explique el insulto a Radio Educación?