Por qué? irrumpió a finales de los sesentas ostentándose como de extrema izquierda aunque sin una historia con la que puedan comprenderse sus causas editoriales y sin nada más que con un eje: su director y propietario, Mario Menéndez Rodríguez. La versión más extendida es que el semanario contó con el apoyo f inanciero de algunos sectores del gobierno y el PRI contrarios a la clase política hegemónica. Quién sabe. No obstante, de lo que sí hay registro se encuentra en las propias páginas del hebdomadario: ataques sistemáticos a Gustavo Díaz Ordaz y luego a Luis Echeverria pero carentes de recursos periodísticos, sin información. (La distancia con Proceso y Siempre! en esos años es enorme).
Desde luego que la óptica autoritaria e incluso represiva de los gobiernos federales de aquel entonces dieron motivos suficientes al protagonismo sensacionalista de Por qué? y esto así se constata en una de sus ediciones más difundidas, que reproduce imágenes de lo sucedido el 10 de junio de 1971 en la calzada México-Tacuba del entonces Distrito Federal y que alude a otro episodio sangriento del que, sin duda, la administración de Echeverría es responsable. Ménendez Rodríguez encontró en esa represión uno de sus grandes resortes de denuncia, incluso para autopromoverse como defensor de la libertad de expresión. En esta edición del 24 de junio de 1971 hay un editorial donde narra los cruentos hechos del Jueves de Corpus y reseña los mecanismos de presión del gobierno –el monopolio oficial del papel Pipsa, por ejemplo, para su venta a los diarios y las revistas. Y luego habla de su director encarcelado y la lucha que éste lleva a cabo por las libertades.
Desde mediados de los 60 y durante cerca de 10 años, Mario Menéndez Rodríguez se promovió como un guerrillero convencido y, en esas lides, integró algunos grupos, uno en Guerrero y otro en Yucatán, estado en el que nació en 1937, además de embarcarse en un par de aventuras en Venezuela y Cuba. Por qué? Se fue disolviendo paulatinamente entre juicios laborales y la intrascendencia editorial, a mediados de los años setenta. Menéndez vive todavía, y en sus espóradicas apariciones no faltan los autoelogios al compromiso social, la templanza guerrillera y periodística además de sus pliegues discursivos en favor de la revolución emocional como la forma más certera de acabar con los problemas que vive el país: “La verdadera revolución que la humanidad espera y aguarda es la revolución del espíritu”, advierte este señor.
Vampirella
Si algún cuadro de historieta representa a los años 60 del siglo pasado es el vértigo de Guille que pide al mundo parar porque quiere bajarse. Es comprensible, dígalo si no este torbellino:
El 12 de abril de 1960, Yuri Gagarin es el primer ser humano que mira a la Tierra desde el espacio, es un planeta en “Guerra fría” donde, el 13 de agosto del siguiente año se construye el Muro de Berlín como un prolegómeno de la llamada crisis de los misiles, en 1962, entre Estados Unidos y la URSS que terminó con el retiro de los cohetes soviéticos a cambio de que los estadounidenses no invadieran Cuba, ilusionada desde 1959 por una revolución socialista.
El 22 de noviembre de 1963 muere asesinado John F. Kennedy y casi un año después Estados Unidos invade Vietnam; primero envían diez mil soldados y tres años después, 20 mil al mes. Al iniciar 1966 Mao Tse-tung convoca a la revolución cultural y el 4 de abril de 1968 asesinan a Martín Luther King; dos meses después también muere en un atentado Robert Kennedy. En ese año ocurre La Primavera de Praga y se gestan los movimientos estudiantiles de México y Francia; en otras partes del mundo los jóvenes se manifiestan por la paz. Muchos son reprimidos pero fundan la ola hippie y las flores están en la cabeza de millones.
Así, en esa Tierra también hay baile y canto y drogas y sexo. Peace and love. Haz el amor, no la guerra es la consigna. Los jóvenes reciben la década con música negra y cantan a Stevie Wonder y a James Brown. Lo hacen también con el twist y así revolotea la minifalda que desaprueba el Vaticano y que fue creada por Mary Quant en 1965. Surgidos en 1962, Los Beatles son, sin embargo, el mayor y más influyente fenómeno musical de la década y del porvenir en los géneros del rock y el pop.
En el planeta que vio Gagarin también cayeron estrellas. El 13 de mayo de 1962 muere Gary Cooper, víctima del cáncer. El 2 de julio de 1962 Ernest Hemingway y al año siguiente Marilyn Monroe, el 4 de agosto. El 15 de diciembre de 1966 sucede lo mismo con Walter Elias Disney y el 3 de julio de 1969 fallece Brian Jones, fundador de Los Rolling Stones.
La Tierra visita a la luna, como ni siquiera Verne imaginó. El 20 de julio de 1969 los astronautas del Apolo XI, Armstrong, Aldrin y Collins, llegan al satélite mientras millones de jóvenes lo hacen también, pero con LSD. Así o sobrios contemplan “La noche de un día difícil”, con los Beatles (1964) o leen Cien años de soledad (1967) y un año después miran “2001”, “Odisea del espacio”, de Stanley Kubrick, y “La semilla del diablo”, de Roman Polanski.
Los años 60 no sólo registran los acontecimientos que en estas entregas he abocetado sobre el régimen autoritario mexicano, sino que también muestran un planeta convulsionado. Naturalmente, esto tuvo inconmensurables expresiones editoriales en el mundo. Rescato sólo una y a grosso modo, la explosión de la imagen, el erotismo y las heroínas femeninas, por ser reflejo de la liberación del cuerpo y la sexualidad (ahora nos podría resultar bisoño pero entonces tuvo un relieve extraordinario). Es una síntesis de lo que hace diez años escribí aquí mismo:
En 1962, con el desnudo a todo color surge Little Annie Fany, creada para Playboy por Kurtzman y Will Elder. Ese año en Francia, debuta Barbarella. Creada por Jean Claude Forest, y físicamente muy parecida a Brigitte Bardot. Barbarella, la heroína del espacio vive las más enloquecidas aventuras futuristas y tuvo tanto éxito que en 1968 fue llevada a la pantalla, protagonizada por Jane Fonda.
En ese año nacería Valentina de la pluma de Guido Crepax. Valentina es una jovencita que primero fue asistente del detective Neutrón, en realidad el crítico de arte y criminólogo Phillipe Rembrandt. La sensualidad de Valentina Roselli tendría en 1968 supropia revista y así, como el sueño húmedo de legiones se deslizaría entre la psicodelia y la liberación sexual para ser también un recurso contra la censura.
Ente frenesí de culto al cuerpo nace una de sus representantes más conspicuas: Vampirella, la reina de la carne y la vitalidad que refleja la sangre. Seductora y misteriosa, esa mujer nacida de ríos de sangre y sedienta de ella saca a los vampiros de la tumba y los combate, incluso al lado de Adam Van Helsing. La voluptuosidad de Vampirella es inquietante igual que sus posturas: vuela, salta y pelea y, aunque sufre por tener que matar para complacerse, encuentra la forma de hacerlo de la mejor manera posible, librando a los seres humanos de las fechorías de los monstruos. Forrest J. Ackerman y Archie Goodwin concibieron las ideas y los actos de Vampirella; la dibujaron Frank Frazzeta, Trina Robbins y Tom Sutton. Vampirella daría sus primeros vuelos en la revista Creepy en 1969. Pero fue el español Pepe González quien le daría el trazo final como uno de los principales iconos de la sensualidad y la aventura en las historietas.