En etcétera creemos que el mundo atraviesa por la transformación histórica más profunda que haya tenido desde la revolución industrial. Alude a cambios paulatinos pero persistentes en las prácticas y en las mentalidades humanas; el epicentro es Internet, tanto en los campos de la información, la política, la cultura y el entretenimiento como, en general, en la órbita de las relaciones sociales que se despliegan, sobre todo, en las redes cibernéticas.
Sin duda, la brecha digital es aún una de las trabas principales; ahí está África que muestra, incluso con dramatismo, el crecimiento heterogéneo y desigual que el entorno digital tiene en el globo. Sin embargo, precisamente por los diferentes niveles de acceso a la triple w, y por las distintas circunstancias en que éste se despliega en cada país, es que conviene revisar cómo se están modificando los comportamientos sociales, las economías y las prioridades políticas de los gobiernos.
No son lo mismo, claro está, las preocupaciones que ahora tienen naciones como Estados Unidos, Gran Bretaña o Iraq, sobre la posibilidad de una guerra mundial cibernética que, en Latinoamérica, la prioridad que le dan Uruguay, Chile, Argentina y Brasil a la ampliación de la conectividad. Además está el empleo de las redes sociales como Facebook y Twitter que, en ciertas latitudes, significan además de muchas otras cosas, vasos comunicantes para desplegar propaganda u organizar manifestaciones políticas como aquella emprendida en Barcelona, durante la reciente visita del papa a la ciudad española, para rechazar la óptica de El Vaticano sobre el aborto y el matrimonio entre homosexuales. Ni qué decir cuando tal plataforma es usada por gobiernos como Israel, para indagar en el historial de las personas, o como mecanismo para ampliar las libertades en Cuba -que se encuentran tan limitadas- o como foro para exhibir documentos clasificados de Estados Unidos sobre las guerras en Irak y Afganistan, o como medio para convocar a la hechura de un cuento, como hace varios días hizo el extraordinario director de cine, Tim Burton.
Entre muchos otros casos como los arriba expuestos, en otra vertiente también verificamos el desarrollo tecnológico de la industria web que muestran Estados Unidos, Japón y China, además de Francia y Gran Bretaña y, junto con ello, la consolidación de grandes colosos económicos como Facebook -que tiene poco más de 500 millones de usuarios-; Twitter -cuyas acciones bursátiles valen lo mismo que las de The New York Times-; You Tube -con mil millones editorial de suscriptores y donde cada minuto se “suben” 35 horas de video, para integrar material de todo tipo, desde lo más frívolo hasta el que desquicia a las autoridades como las de Turquía que, recientemente, denegaron a la población el acceso al portal-; y Google -el buscador de sitios más importante del orbe que, además, asesora a varios países como España en cuestiones financieras-.
En el terreno periodístico también hay una dinámica intensa de análisis sobre el impacto de esas herramientas en el quehacer informativo, y además decisiones como las que anunció el director de The New York Times para iniciar la ruta del periódico a la pantalla digital, situación que también acontece con El País y La Vanguardia o como atestigua la fusión de Newsweek, con casi 80 años de vida, y el sitio web The Daily Beast, fundado hace dos años. Los diarios importantes del mundo se adecúan al presente digital y concentran buena parte de sus expectativas en la BlackBerry o el iPad, lo que han hecho recientemente Le Monde, El País, El Universal de México y The Whashington Post (por cierto, quién hubiera pensado que Bob Woodward -uno de los periodistas más reconocidos por su investigación del Watergate- encabezara la campaña publicitaria de la nueva aplicación del iPad de ese rotativo).
Procesos muy profundos y de alcances imprevisibles ocurren ahora en el mundo. Como nunca antes en su historia moderna. A nosotros, los editores de etcétera, el tema nos parece fascinante y lo seguiremos estudiando aquí mientras ofrecemos también, tanto en la versión impresa como en la electrónica, los diversos asuntos relativos a los medios de comunicación que se despliegan en México.
Esta edición circula en diciembre y la siguiente lo hará hasta enero. Por eso, aunque parezca prematuro el espíritu navideño, queremos expresarles el deseo de que ustedes tengan un 2011 espléndido. Se lo decimos al público mexicano y a quienes nos leen desde otros lugares, sobre todo en Estados Unidos y América Latina y, en especial, en Perú, Chile y Argentina.
Vamos, cantemos juntos con John Lennon e imaginemos un mundo mejor: a la una, a las dos y a las…