El hecho de que los cuatro estadounidenses secuestrados tengan antecedentes penales no cambia la esencia de las cosas.
Lo sucedido confirma cómo los cárteles se han venido apoderando de las ciudades y cómo lo que prevalece es la ley que ellos establecen. Podrán tener confrontaciones de toda índole entre ellos, pero al final ellos definen la dinámica en muchos casos de las ciudades, como vimos que pasó en Matamoros.
Independientemente de las hipótesis que se han venido presentando, es importante tratar de hacer un alto en el camino, porque las cosas en lugar de estarse atemperando o algo parecido se están agudizando. Tamaulipas está pasando por procesos de nuevo profundamente violentos como resultó lo sucedido hace algunas semanas en Nuevo Laredo, cuando soldados del Ejército dispararon en contra de cinco jóvenes, asunto que está todavía por conocerse a detalle.
Con la participación tan activa que tienen los militares no podemos seguir bajo el régimen de que cualquier delito que cometan los soldados solamente puede ser juzgado por la justicia militar. Se tienen que establecer nuevas reglas en esta materia, porque el papel de los militares hoy es muy distinto al de hace al menos cuatro años.
La violencia en el país no ha desaparecido. No se generaliza, pero es cuestión de ver lo que sucede un fin de semana tras otro para establecer que muchos ciudadanos viven en medio del fuego en sus comunidades y pareciera que el número de personas muertas o los hechos violentos pasan a segundo plano. No se puede perder el sentido de la vida, porque estamos llevando a la muerte, a la violencia y a la desaparición de personas a los terrenos de una “normalidad” que es inaceptable.
No están para desatenderse las muchas observaciones que se han hecho sobre el que se haya echado a andar toda la maquinaria para tratar de encontrar a los estadounidenses, y en muchos otros casos los aparatos de gobierno estén ausentes o incluso parecieran ser insensibles cuando se trata de ciudadanos de nuestro país.
Lo que suele suceder en circunstancias como éstas es que la sacudida en el país es doble. Por un lado, está el hecho de que dos estadounidenses hayan sido secuestrados y asesinados y dos más heridos y por el otro lado, está un elemento que llama la atención, lo sucedido en Matamoros deja al descubierto que muchos mexicanos tienen un destino similar del de los estadounidenses, pero ante la pérdida de la capacidad de asombro empezamos a ver la inocultable violencia como un hecho cotidiano.
Una vertiente tiene que ver con lo que realmente era el objetivo del viaje de los estadounidenses. Insistimos, la esencia de las cosas no cambia, lo que sí es importante atender es el que pudiera darse cierto tipo de operaciones que con una circunstancia tan brusca como la vivida puedan quedar al descubierto.
La “entrega” de cinco presuntos responsables del secuestro y asesinato hecha por uno de los cárteles que dominan la plaza genera todavía más dudas. Una pregunta inevitable es cómo se encontró a los estadounidenses y qué resortes se movieron para forzar al máximo las cosas, y a la vez preguntarse por la “entrega” de los presuntos responsables.
En Morena tienen que revisar qué pasa con algunos estados que gobierna. Sonora, Sinaloa, Morelos, Veracruz, Tamaulipas, no han logrado establecer una dinámica distinta de la que se tenía en estas entidades y que se prometió que se transformaría. Está claro que esto no cambia de la noche a la mañana, pero también está claro que no hay evidencias de que estén cambiando las cosas.
Como le planteábamos esta semana, pudo haber confusión, pero hay algo más.
RESQUICIOS
Ayer en “Sitio Abierto”, en Radio Congreso, tuvimos un programa que bien podría ser la historia de tres mujeres que han vivido la política con vocación, compromiso, convicción y lealtad a la causa de las mujeres. Fue entrañable compartir la emisión con Beatriz Paredes, Patricia Mercado y Xóchitl Gálvez.
Este artículo fue publicado en La Razón el 10 de marzo de 2023. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.