Gil cerraba la semana agobiado por la incertidumbre. Así, en general, incertidumbre y agobio. Caminó sobre la duela de cedro blanco y llegó a la bien llamada Mesa de Novedades. En lo alto, abanderaba un libro que acaba de llegar a México: El camino hacia la no libertad (Galaxia/ Gutemberg, 2018) de Timothy Snyder. Gamés leyó Sobre la tiranía, subrayó y copió algunos párrafos en esta página del directorio. Este nuevo libro de Snyder es una historia estremecedora de la actualidad. Después de la Guerra fría parecía que la victoria de la democracia liberal era definitiva. Pero hubo grandes cambios en el último minuto: el autoritarismo volvió a Rusia y Putin encontró algunas ideas fascistas para justificar el gobierno de los ricos. El ascenso del populismo, el voto británico contra la UE y la elección de Trump han puesto al descubierto la vulnerabilidad de las sociedades occidentales. Por cierto, Snyder trabajó con Tony Judt, el autor de Posguerra, publicado en 2005, y se convirtió en sus manos cuando la esclerosis lateral amiotrófica dejó a Judt sin movimiento. Gamés arroja algunos párrafos a esta página del fondo.
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En 2014, en vista de que uno de sus vecinos, Ucrania, estaba aproximándose a la Unión Europea, Rusia invadió el país y se anexionó parte de su territorio. En 2015, Rusia había extendido una extraordinaria campaña de guerra cibernética más allá de Ucrania que llegaba a Europa y a Estados Unidos, con ayuda de muchos europeos y estadounidenses. En 2016, Gran Bretaña decidió en referéndum abandonar la Unión Europea, tal y como Moscú llevaba tiempo deseando, y los estadounidenses eligieron a Donald Trump como presidente, un resultado que los rusos contribuyeron a obtener. Este nuevo presidente, entre otros defectos, era incapaz de reflexionar sobre la historia: no conmemoró el Holocausto cuando tuvo ocasión de hacerlo ni condenó a los nazis en su propio país.
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Experimentar la destrucción de un mundo es verlo por primera vez. Herederos de un orden que no construimos, somos hoy testigos de un declive que no habíamos previsto.
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Las virtudes nacen de las instituciones que las hacen deseables y posibles. A medida que se destruyen las instituciones, las virtudes se revelan. Por consiguiente, una historia, una historia de pérdidas es una propuesta de restauración. Las virtudes de la igualdad, la individualidad, la integración, la novedad y la verdad dependen cada una de todas las demás y todas ellas, de decisiones y acciones humanas. Una agresión a una de ellas es una agresión a todas; reforzar una significa reafirmar las demás.
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Podemos unirnos en una democracia a otros que han votado antes y que votarán después y, de esa forma, crear un principio de sucesión y un sentido del tiempo. La virtudes se refuerzan mutuamente, pero no de manera automática; cualquier armonía exige la virtud humana, la regulación constante de lo viejo y de lo nuevo. Si la novedad, las virtudes mueren.
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