Debe ser que apenas se andan poniendo de acuerdo entre ellos o que algunos llegan más tarde, seguro tuvieron desayuno, otros andaban en la Junta de Coordinación Política, pero no deja de ser ilustrativo lo que ayer sucedió en el Senado.
Y no deja de impresionar el poder que tiene sobre la Cuarta Transformación el ex gobernador, próximo gobernador sustituto de sí mismo, ex senador y próximo senador Manuel Velasco (cada vez acumula más títulos el poderosísimo señor).
Entre que iban llegando y aún no encuentran qué puertas van para dónde, algunos senadores y senadoras se aprovecharon de la novatez de Martí Batres y apuraron dos votaciones económicas que negaban a Velasco (en ese momento senador y ex gobernador) la última pieza del rompecabezas por el cual, mediante cómodo cambio de la constitución chiapaneca, regresaría a su estado, al que tanto ama, dice, y donde tanto lo aman, dice, para completar su periodo al que ya renunció hace unos días… varios legisladores de Morena o votaron para negarle la licencia o se abstuvieron. Sé que todo esto es confuso. A veces así es la Cuarta.
Pues bien, de repente a eso de mediodía pobre pueblo chiapaneco se quedaría sin Velasco.
Hasta que se enteró Ricardo Monreal.
Y ahí sí no. Porque si alguien sabe de ex es el ex priista, ex petista, ex perredista. Y ser ex para luego volver a ser otra cosa es un derecho, y si ese derecho se obtuvo cambiando una constitución estatal en alguna medianoche, pues qué le hace.
O algo así entendí que les explicó desde la tribuna el senador Monreal, muy enfático, muy buen orador, muchas veces senador y diputado, y tantas cosas y hoy el jefe de la bancada de la Cuarta. Tan bueno es que convenció a priistas, algunos panistas y perredistas (sí, sí hay perredistas).
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