Ya fue leal. No le sirvió. No para lo que el senador Ricardo Monreal quiere: ser presidente de México. Nunca, jamás, fue posible que López Obrador lo escogiera como candidato-sucesor. A Monreal le quedan dos opciones dentro de Morena, la voz y la salida.
Agotada e inútil la lealtad incondicional –sigo lo que dije hace algunas semanas- el senador se vería en la necesidad de criticar más al partido y al presidente hasta eventualmente romper con ellos. La reciente elección de presidente del Senado fue una estación más de ese proceso, pero también es su catalizador. Por cómo se dio y cuál fue el resultado, esa elección hizo elevar la voz al senador Monreal, aceleró el distanciamiento entre él y AMLO y acerca la salida monrealista. La nueva posición de Alejandro Armenta es una complicadamente arrancada por Monreal a las garras ejecutivas.
No es que la ruptura AMLO-Monreal se haya completado, mucho menos que sea oficial, sino que sí está en proceso. Y cada día es más probable que se dé el resultado de ruptura. Desde la perspectiva del deber ser democrático, lo mejor sería que ocurriera. No porque Monreal y sus adeptos –viejos y nuevos como Gibrán Ramírez- sean demócratas sino porque su escisión debilitaría a Morena en favor de la supervivencia del régimen democrático.
Pero hay más… Empecemos a explorarlo con una pregunta: ¿quién es Armenta? Aunque sus asistentes tuiteros lo presentan como un hombre de avanzada, no lo es. Su caso ilustra la estrategia fársica que construyó a Morena como triunfador en 2018 y también muestra los límites del monrealismo. Armenta es un priista poblano del siglo, es decir, estructuralmente es un priista formado en los años en que Puebla fue un “enclave autoritario” respecto a la transición democrática antiPRI. Eso implica haber sido formado en la idea de que el PRI tenía el derecho histórico a dominar al país y sus estados, por lo que era debido resistir la transición (oponerse tanto como fuera posible a la pluralización política) y defender a capa y espada un bastión priista como lo fue Puebla hasta la década pasada. Por eso y por complicidad no podía sorprender que Armenta se mantuviera leal a Mario Marín durante y después del conflicto en torno a Lydia Cacho. No hay que olvidar que Armenta fue secretario de Desarrollo Social en el gabinete marinista. En resumen, el hoy senador fue leal al entonces gobernador porque se trataba de su padre político, porque estaba en su juventud priista, por priismo, y también porque no había mejor opción; si la hubiera en Morena para el 2024, ¿Armenta traicionaría a Monreal?

Para responder esa nueva pregunta, hay que responder antes otra: ¿por qué está Armenta en Morena? Su presencia en este partido es como la de Bartlett y tantos otros priistas estructurales, priistas de verdad, de formación, cultura y visión: cuando el PRI se debilitó (sin que ellos buscaran ese debilitamiento) y dejó de garantizarles la carrera política saltaron a Morena, el partido en ascenso y donde les era más fácil acomodar su discurso y maximizar el uso de su cultura. No puedo dejar de repetir que Cuauhtémoc Cárdenas rompió con el PRI-partido para unirse con algunos priistas a diversas fuerzas de izquierda en un proyecto democratizador, mientras que AMLO engañó y llevó a fuerzas de izquierda a unirse a muchos priistas y al PRI-cultura en un proyecto pseudodemocrático y presidencialista-personalista. En esa esquina dio la vuelta Armenta. Y vaya que dio la vuelta, pues de ser peñista que veía en AMLO la amenaza socialista pasó a pejista que veía en AMLO a la izquierda necesaria. Armenta quiere poder y usará la presidencia del Senado como plataforma para la gubernatura de Puebla. Lo mismo que hizo el actual gobernador Barbosa. Y ahí surge entero el algo más del que hablaba…
La carrera armentista tiene un cruce interesante con la carrera monrealista. Monreal quiere ser presidente y Armenta gobernador, hoy son aliados, Armenta puede ayudar mucho (obedeciendo) a Monreal en el Senado, pero Monreal no es de gran ayuda para que Armenta obtenga la candidatura morenista a gobernador. No puedo creer que la prioridad de Armenta sea seguir a Monreal bajo cualquier circunstancia. Así como Monreal siguió lealmente a López Obrador hasta que se abrió el proceso de sucesión presidencial, Armenta puede seguir lealmente a Monreal hasta que sea necesario dejarlo frente al proceso de sucesión gubernatorial. No hay una sola posibilidad sino varias, ya abiertas, que juegan entre ellas y con el tiempo… Por ejemplo, si a cambio de la candidatura de Morena a gobernador de Puebla tuviera que traicionar a Monreal, el senador poblano lo haría. Hemos llegado a la respuesta. Por ahora compite con el priista-bartlista Ignacio Mier y con otros/otras por esa candidatura, cuenta con el apoyo de Monreal y por eso no con el de AMLO, pero no tiene por qué ser un estado de cosas definitivo. Si se quisiera quitar una pieza a Monreal –sobre todo en vista de su muy probable o casi inminente salida de Morena- se podría apoyar a Armenta dentro del partido presidencial, e intentar una nueva alianza morenista local. No dije que sea seguro que pase, digo que es posible; quien crea que no lo es no ha entendido las carreras de AMLO, Monreal y Armenta. El obstáculo seguiría siendo Barbosa. De seguir Armenta con Monreal fuera de Morena, hoy sus probabilidades de ser candidato a gobernador por otro partido (por uno solo) serían mayores pero no las de ganar la gubernatura.
Sea como fuera, el presente y el futuro de Monreal son relevantes para el futuro de la democracia en México. Eso nos lleva a los límites del monrealismo: éste sólo sirve negativamente a la democracia, es decir, sirve para eso si sirve contra el hegemonismo de AMLO-Morena. El monrealismo no serviría positivamente a la democracia porque no es un proyecto directamente democratizador, es el proyecto de poder de Ricardo Monreal. Su proyecto de mantenimiento en el poder y el intento de maximizarlo: ser El Presidente. Es de mucha ingenuidad, o de un pragmatismo miope, creer que Monreal se ha enfrentado al presidente en defensa de la división de poderes, sobre todo al renovarse la presidencia del Senado; no: ni Armenta ni Monreal han defendido siempre la independencia legislativa (vienen del PRI presidencialista, de los autoritarismos priistas) y ambos jugaron el juego de la sumisión al presidente López Obrador. Monreal se está enfrentando, desde hace más o menos un año, a AMLO, por haber sido marginado por AMLO, y ha usado el discurso que se presta, el de la independencia del poder legislativo; lo que es cierto es que ese nuevo juego de Monreal termina ayudando un tanto a la división de poderes al bloquear un tanto al presidente antidivisión de poderes. Pero tiene que entenderse: Monreal no está poniendo ningún principio por encima de la lealtad obradorista, está reaccionando para que no vuelva a pasarle por encima López Obrador.
Como le pasó a Morena, aliarse con Monreal puede ser electoralmente útil para la oposición, útil en el corto plazo, pero ¿serviría para reformar con nuevas ideas a mediano plazo contra reformas e ideas que el propio Monreal procesó como senador? Digo, si eso quiere la oposición, si es que ha aprendido en serio algo… El ex salinista Monreal es capaz de contradecirse y andar otro camino, el problema es que no es creíble que el verdadero camino de Monreal sea otro que el suyo. Y lo que necesitamos es, de veras, romper con los personalismos, los presidencialismos y la simulación, para salvar, enderezar, fortalecer y consolidar un régimen democrático.