La figura del papa siempre llama la atención de los medios de comunicación, particularmente en el Occidente cristiano. Esa no es una novedad, pero sí lo es la cobertura prácticamente diaria que tiene el papa Francisco desde que sucedió a san Pedro. Es también notable el tratamiento positivo que dan los medios a lo que hace y dice el nuevo obispo de Roma. En seguida ofrezco cinco ideas que intentan explicar este fenómeno mediático.
1) La personalidad.
Proyecta una naturalidad y frescura poco comunes entre quienes ejercen cargos de poder y en particular en el anquilosado aparato eclesiástico. Las personas se identifican con quien es normal como siempre aparece este papa. Impresiona, eso incluye a los medios, que quien detenta el poder, en este caso religioso, actúe con naturalidad y sencillez.
Eso, por contraste de lo que se espera, se convierte en noticia positiva que interesa tanto a creyentes como a no creyentes.
2) Sus actitudes.
El tema está relacionado con el anterior, pero es distinto. Quien ejerce el poder, también los jerarcas de la iglesia católica, actúan mediados por un séquito que los acompaña y resuelve su vida. Ellos, por ejemplo, serían incapaces de pagar su cuenta de hotel, como lo hizo el papa, o cargar su portafolio, como también lo hizo al bajar del avión a su llegada a Brasil, que provocó todo tipo de comentarios. Nunca tomarían el teléfono para llamar de manera directa, como sí lo hace el papa, a sus ciudadanos o en este caso a sus fieles. Con frecuencia los hombres del poder parecen “inválidos” o incapaces de hacer las cosas, incluso por menores que sean, por sí mismos. El papa da la impresión, a partir de hechos verificables, de que actúa por su cuenta y no necesita de un séquito quele acompañé. Eso despierta simpatía entre la gentes y también en los medios que por ser un comportamiento excepcional, se espera otra reacción de un papa, lo hacen noticia.
3) La autenticidad.
Tiene relación con los dos temas anteriores, pero vale por sí mismo. La mayoría de quienes tienen cargos de poder, incluye a los burócratas de la iglesia católica, nunca parecen auténticos. Su comportamiento es acartonado y actúan conforme a un libreto aprendido con anterioridad que les señala cómo se deben comportar con relación a la “dignidad” o “envestidura” de su cargo. Normalmente siguen patrones de comportamiento aprendidos en el sector o grupo en el que se han formado. El papa parece romper con ese viejo modelo, tan propio de los políticos y la iglesia, y actúa como era antes de asumir esta responsabilidad. No se deja llevar por los “usos y costumbres” sino todo indica que se mantiene fiel a su manera de ser. El cargo no le impresiona. La autenticidad siempre es atractiva y en los hombres del poder se convierte en noticia.
4) Capacidad comunicativa.
Muchos de quienes ejercen cargos públicos, también los jerarcas de la iglesia, huyen a los medios porque no les gusta, no se sienten bien o les tienen miedo. Lo más frecuente
es que simplemente no han desarrollado la capacidad de comunicarse. Son excepcionales los personajes que ejercen el poder que saben hacerlo bien y cuando se da el caso obtiene reconocimiento por eso. La formación -los años de jesuita- y las tareas del ahora papa, primero como profesor y luego como pastor, lo han ejercitado en el arte de saber transmitir bien lo que quiere posicionar en las audiencias, que ahora también incluye a los medios. A esa capacidad ejercitada a lo largo de los años se añade su habilidad, intuición o conocimiento para elegir el lugar y el tiempo en el cuál decir las cosas. Todo indica que el papa tiene un don especial, que le es natural o lo ha desarrollado, para saber comunicarse.
5) El contenido del discurso.
Lo más importante de entre todo lo anterior es la capacidad del sucesor de Pedro para plantear nuevos temas e ideas y salirse de la zona de confort de lo políticamente correcto en la que se mueven la mayoría de los hombres del poder, que incluye la nomenclatura eclesiástica. En una iglesia católica conservadora y doctrinaria, que está muy alejada de sus fieles, como él reconoce, los nuevos planteamientos del papa son bocanada de aire fresco y siempre noticia por su novedad. El papa teológicamente es conservador, pero su convicción humanista y su compromiso con el otro lo llevan a trascender barreras ideológicas. Un ejemplo es la pregunta que le hicieron sobre los gais, que en lugar de ofrecer el planteamiento oficial de la iglesia con profundo sentido de la fraternidad responde de manera auténtica, porque así lo vive, quién es él para juzgar.
A manera de conclusión
El papa es un gran comunicador. Lo demuestra todos los días. Pero su éxito, sin dejar de reconocer esa capacidad, no está ahí. Su fuerza y atractivo mediático está dado porque siendo un hombre del poder, en su caso eclesiástico, rompe con los esquemas preestablecidos y actúa con sencillez, empatía con el otro y también con autenticidad. Todo eso por contraste de cómo se comportan los hombres del poder llama la atención de las audiencias, creyentes o no creyentes, y también de los medios. Lo más importante, con todo, es el contenido de sus mensajes. Plantea cosas nuevas para la iglesia y el mundo. Son ideas simples, pero poderosas: justicia, fraternidad, no juzgar al otro, rechazo al boato del poder, autenticidad, sencillez y honestidad. No son poca cosa si se está dispuesto a vivirlas.