Los legisladores mexicanos deben introducir tres aspectos fundamentales en la nueva ley de radiodifusión: elevar el estándar de calidad de los contenidos de los medios comerciales, reorientar a los llamados medios públicos y facilitar el acceso de los comunitarios al espectro radioeléctrico.
Los concesionarios que en la Ley Televisa pretendieron privatizar el espacio aéreo, siguen negándose a explotar el potencial educativo que tienen sus medios y utilizan ese poder para lucrar entreteniendo. Por lo tanto, el marco normativo debe condicionar toda concesión a la obligatoriedad de incluir en sus barras de programación, mayor calidad en contenidos.
Lo que la escuela hace en semanas y meses, Chabelo lo destroza cada domingo, al incitar al consumo de bebidas azucaradas en exceso y caras o a la compra de pastelitos y demás productos de muy dudoso valor nutricional. La ley debe hacer menos permisible esa práctica. No se trata de censurar o de limitar la libertad de empresa, sino de privilegiar la salud.
Menos programas americanos y más apertura de la radio y la TV comercial a los contenidos y producciones independientes, que permean a toda la República, permitiría valorar el mosaico multicultural que nos da identidad. Los concesionarios deben incluir en su programación un porcentaje prudente de esas otras visiones de país.
Por lo que respecta a los medios públicos, la ley debe poner candados para impedir que los servidores públicos utilicen estos sistemas para hacerse promoción. El ejemplo más claro está en Veracruz, donde el gobernador Fidel Herrera no sólo pintó de rojo todo el estado –escuelas, taxis, edificios públicos,y hasta templos–, sino que también viste del mismo color a todos sus colaboradores, alcaldes y diputados, después de cambiarle la imagen corporativa al sistema estatal Radiotelevisión de Veracruz (RTV), que era multicolor, al rojo de su partido: el PRI.
La nueva ley debe también acabar con esta discrecionalidad en el uso corporativo de estos sistemas, pues carecen en su estructura de figuras y mecanismos de contraloría, repiten una programación aburrida –salvo excepciones–, excluyen de su programación a quienes piensan diferente y terminan como instrumentos para la autopromoción, ineficientes y caros.
Hay que levantarles la canasta a esos servidores públicos, que además con maña comercializan los tiempos de estos medios, como pasó también en el Carnaval de Veracruz, donde RTV promocionó a Coca Cola. En estricto apego a la ley vigente, ésa sería una causa de revocación del permiso.
También se requiere la refundación del Sistema de Radiodifusoras Culturales Indigenistas, que obligue a la CDI a transferir esas estaciones a las comunidades indígenas, antes de que estos instrumentos se diluyan entre la burocracia, la simulación y el desencanto de sus propios destinatarios. Otorgar más facultades ejecutivas y poder de decisión a los Consejos Consultivos ayudaría a recuperar la credibilidad en estos medios. Las estaciones universitarias y educativas también deben acotar el protagonismo y el cacicazgo de los rectores, revisando además las condiciones de los contratos colectivos que provocan el secuestro de estos espacios.
Por último, la reforma debe colocarnos en la vanguardia por el reconocimiento de los ciudadanos, como sujetos del derecho a comunicar.
Es tiempo, además, de que el Estado cumpla con los estándares internacionales en materia de libertad de expresión. No es posible que dos familias impongan sus contenidos a más de 100 millones de mexicanos. La libertad de empresa no debe anular la libertad de expresión.
Los medios comunitarios, que no persiguen lucro económico o político, sino la promoción del desarrollo integral de las personas y comunidades desde el ámbito local-regional, tienen capacidad técnica, financiera, programática y operativa para hacer un uso responsable de frecuencias. Radio Teocelo ha demostrado en estos más de 40 años la viabilidad de proyectos de esta naturaleza. Acaso porque los medios comunitarios hacen pensar a la gente para que pasen cosas, sería la razón única para taparles el paso en esta reforma. Lo sabremos pronto.
