Estando una tarde cabo una fuente
tendíme muy bien con fuerte regalo
y vi mi natura más tiesa que un palo.
Llegué con el dedo y estaba caliente
vila que estaba muy reluziente
y demudada de muchos colores
a tres sofrenadas eché los humores…
Súpome tan bien tórneme el regosto
con este poder provee mi porfía
oras de noche oras de día.
Jorge Vigil Rubio
Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales.
¿Gozo o vicio solitario?
El amor propio es hoy un tema esencial. Hay que quererse, nos cuenta la mercadotecnia y nos aconsejan en el diván de los expertos, en la escuela de los niños. La canción de Ismael Serrano me place para comenzar a acariciar el tema de la masturbación ¡Manos a la obra! Comencemos por cantar:
Y voy y me levanto cada mañana, feliz y seguro. Me hago el desayuno, me lo sirvo en la cama, y allá voy, menudo soy, me dedico un arrechucho: sexo seguro, sin riesgos, sin contemplaciones, dudo que nada me satisfaga mejor que un servidor, menudo soy para el amor.
Y qué le voy a hacer si la gente me condenó al olvido, a ser autosuficiente, si con eso sobrevivo, que no es poco, mejor loco que mal acompañado.
Es casi imposible pensar que temas referentes al sexo aun sean tabú, el autoerotismo lo es, parece ser que la obsesión generativa que condenó esta forma de placer sigue viva para muchos, considerada un modo de egoísmo, un triste indicio de narcisismo y hasta una manifestación de pereza. No siempre fue así.
El largo camino de la masturbación
En la antigüedad era un acto común, personal y privado, jamás denigrante o prohibido. El origen del término masturbación está en la masturbatio latina que proviene de manu turbare, turbar con la mano, o de Manu struprare, violar con la mano, máxima turbación o turbación por masaje. Su uso aparece por primera vez, con este nombre de Onanismo en el año 40 a.c. empleado por Marcial, poeta hispano romano.
Pero ¿Quién era Onán? ¿sería la mano más rápida de la Biblia? Después de la muerte de su hermano, debía casarse con Tamar, su viuda cuñada, tal y como dictaba la Ley judía. Pero cada vez que tenía una relación sexual ella, eyaculaba sobre la tierra (coitus interruptus). Según la ley de su tiempo, un hijo tenido con Tamar no sería considerado suyo, sino un niño de su hermano que heredaría los derechos de la primogenitura desplazando a Onán. El pecado en ambos casos, masturbación y onanismo consiste en la búsqueda de un goce sexual no ligado a la procreación y, por lo tanto, pueden entenderse como interdicciones de carácter natalista ¿Pero qué tan alejado está esto de las prácticas eróticas contemporáneas? Podemos dejar el asunto pendiente para líneas posteriores pero podemos destacar que hoy encontramos que la práctica sexual y erótica tiene muy poco que ver con la gestación.
Los mitos más antiguos de Mesopotamia y Egipto hablan del dios Apsu, que se autogestó, nació del océano primigenio, creándose mediante masturbación, saliva y lágrimas y, de esa forma, dio vida a la Vía Láctea. Las antiguas reinas egipcias eran por ello enterradas con sus dildos, tal vez así aseguraban placeres eternos y el nacimiento de una que otra estrella.
Los griegos consideraba la masturbación un don de los dioses, mismo que el dios de las comunicaciones, Hermes, le enseñó a su hijo Pan. Con este acto autoerótico el pobre Pan toleraba los desdenes de la ninfa Echo y transmitió la enseñanza a los primeros pastores de la Arcadia griega.
Se cuenta que el filósofo cínico Diógenes se levantaba la toga y se masturbaba frente al público en el ágora para enseñar que todas las actividades humanas merecen ser hechas en público; consideraba eso “vivir de acuerdo a la naturaleza”; al masturbarse dicen que gritaba: “Gracias al cielo que baste con frotarse así el vientre para dejar de tener hambre”. Galeno, notable médico griego aprovechaba esta historia para afirmar que la retención de semen en el organismo era peligrosa y causante de mala salud.
En Mileto los consoladores de cuero eran producto de exportación para para todo el Mediterráneo, y eran tan populares que Lisístrata, protagonista de la obra homónima de Aristófanes, se quejaba amargamente de la escasez de estos auxiliares del placer solitario.
Y ni siquiera de los amantes ha quedado ni una chispa, pues desde que los milesios nos traicionaron, no he visto ni un solo consolador de cuero de ocho dedos de largo que nos sirviera de alivio «cueril». Así que, si yo encontrara la manera, ¿querríais poner fin a la guerra con mi ayuda?
(Línea 110)
Llegamos a los tiempos de la iglesia. Augustine de Hipona enseñaba que la masturbación y otras formas de relaciones sin penetración eran pecados peores que la fornicación, la violación, el incesto o el adulterio (¡uy qué verso!). Para él las actividades sexuales no reproductivas eran pecados “antinaturales” formas arcaicas de anticonceptivos. Sus pecados rivales: la fornicación, la violación, el incesto y el adulterio finalmente podían derivar en embarazo, por tanto, eran pecados “naturales” más benévolos.
Onania, o el atroz pecado de la auto contaminación y todas sus consecuencias combatibles, considerando ambos sexos, con consejos físicos y espirituales para quienes ya se han lastimado con esta práctica abominables es el extenso título de la obra que difundió en Europa en 1726 los horrores de la “manipulación cariñosa”fue escrita con el seudónimo de Philio Castiatus y otro escritor, no tan casto, publicó como respuesta Onania examinada y descubierta, o la ignorancia, equivocación, impertinencia y contradicción de un libro llamado Onania. Por suerte los liberales datan desde entonces.
El teólogo Jean Gerson en el siglo XV, en su modelo penitencial De Confessione Mollities, aleccionaba a los sacerdotes sobre cómo inducir a los confesos para desahogar su culpa con respecto a esta manía: “Amigo, ¿recuerda haber tenido el pene erecto durante su niñez, alrededor de los 10 o 12 años?” Luego, sugería pasar a preguntarles por el tema de la eyaculación. Para finales de este siglo el médico Gabriello Fallopio les enseñaba a los varones a tirar de sus penes para fortalecerlo y aumentar su potencia, ejercicios no muy bien vistos por la “Santa Iglesia”.
La Enciclopedia de la D’Alambert y Diderot definen esta actividad con su artículo manestupración (estupro mediante la mano): “Polución efectuada con la mano, es decir excreción forzada de semen motivada por tactos, cosquilleo y frotamientos impropios.
En 1760 se publica L’ Onanisme de Tissot que fue la obra más divulgada y el libro se reeditó sin pausa hasta 1905, su diagnóstico junto con los de otros médicos de la época era que esta práctica degeneraba en senilidad prematura, disecación de la médula espinal, aislamiento, pérdida de la capacidad amatoria, acné, calvicie, escoliosis o epilepsia, sequedad del cerebro, parálisis, ceguera, chapetas en los pómulos, agotamiento, delgadez, esterilidad, frigidez e impotencia, hasta llegar a la muerte anticipada. Por otro lado, este ejercicio del placer femenino sin intervención masculina resulta aberrante, sin embargo, el óvulo no era considerado de tanto valor genético como el esperma, así que los padecimientos no eran tan graves. En 1867 el doctor H. Maudsley declara que esta insania era prueba de intenso egocentrismo y presunción, perversión de los sentidos, derrumbe de la inteligencia que conducía a pesadillas y alucinaciones, tendencias suicidas y homicidas.
A partir del siglo XIX, se llamó trastorno hebefrénico de demencia precoz o esquizofrenia a eso de echarse una mano, y su relación con la locura deriva de que algunos enfermos mentales se masturbaban en público. Su prevención se volvió tema importante, se recomendaba evitar el aburrimiento, el calor y la humedad de la cama; se desaconsejaban las prácticas de montar a caballo y el uso de máquinas de coser; se imponía la vigilancia doméstica, integrada por sofisticados dispositivos como la letrina con mirilla superior e inferior para el control de la postura, el uso de largas camisas con ranuras, bragueros o cinturones de contención; se llegó, en el caso femenino, al uso la clitoridectomía y el doctor Spratling recomendaba seccionar completamente los nervios dorsales del pene para curar la constante rutina masturbatoria; en algunos países se practicaba la cauterización de la uretra, en History of French Passion Theidor Zeldin, su autor, afirmaba que esta operación le fue practicada a un joven adicto siete veces.
El mismo Kant condena el autoplacer de este modo: “El hombre renuncia con desdén a su personalidad sirviéndose de sí mismo como un puro medio para satisfacer sus tendencias animales”. En 1905, la percepción comienza a cambiar, Sigmund Freud publica Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad, en el que considera a la masturbación una etapa para la maduración psicológica y reconoce que podría aliviar el estrés y evitar las enfermedades de transmisión sexual, sin embargo, era responsable de trastornos neuróticos.
Alfred Kinsey ‘con un grupo de colegas publica’ los resultados de más de 15 años de investigaciones sobre la conducta sexual humana. Una de las contribuciones más importantes fue la de considerar a la masturbación como algo normal y debilitar el estigma que la rodeaba, en ellos se informaba que 97% de los hombres y 62% de las mujeres se habían masturbado alguna vez en su vida y alcanzado el orgasmo de este modo. La revelación fue impresionante, aún más por poner a la vista pública que la mujer podía masturbarse, tener orgasmos, tener sexo antes y fuera del matrimonio. La iglesia protestó, el entonces religioso Billy Graham escribió: “Es imposible estimar el daño que va a causar este libro a la ya deteriorada moral norteamericana”. El Senador McCarthy, muy a su estilo, denunció al trabajo de Kinsey como parte de la conspiración comunista. A causa del escándalo la Fundación Rockefeller retiró su apoyo al trabajo de Kinsey, pero su investigación ya había dinamitado los tabúes sexuales. En la década de los 70, 84% de estudiantes universitarios ya no creía que la masturbación les causara inestabilidad emocional o física.
La masturbación femenina
Si la masturbación masculina incomoda, la femenina, es, para muchos, intolerable, aun así, sabemos que los médicos solían combatir la histeria femenina acariciando manualmente el clítoris de las pacientes hasta que pudieran alcanzar el orgasmo, considerado como paroxismo histérico, costumbre que dio origen al nacimiento de los vibradores eléctricos, los pobres médicos se cansaban de manosear “tantos clítoris”.
El autor, psiquiatra y sexólogo clínico español, Jesús Ramos le dedica al tema más de 400 páginas: La masturbación femenina: un encuentro con el placer, apunta que muchas mujeres rehuyen el asunto e incluso se avergu%u0308enzan del autoerotismo, sin embargo, afirma que las mujeres se masturban con la misma frecuencia que los hombres y sostiene que es una actividad saludable y recomendable. Ramos habla de sexismo, machismo y hembrismo, aclara que ninguna de estas tres modalidades maneja bien el tema. El lenguaje es abierto y sin complejos si es para hablar de masturbación masculina, pero reservado y tímido para referirse a la femenina. Especifica que esta práctica es la principal fuente de orgasmos en las mujeres, sea cual sea su edad, condición civil y experiencia sexual. Explica la eyaculación femenina y la función de las glándulas de Skene también llamadas glándulas uretrales, punto U y próstata femenina. Estas glándulas están rodeadas de tejido, que incluye la parte del clítoris que llega hasta el interior de la vagina que aumenta su irrigación sanguínea durante la excitación sexual provocando la llamada eyaculación femenina. Fueron descritas por primera vez por el ginecólogo escocés Alexander Skene durante el siglo XIX. El médico griego Hipócrates en el siglo IV a.C. describió una sustancia llamada el “semen femenino”.
Condena actual
A pesar de los avances y la libertad sexual en nuestra época, en diciembre de 1994, en una conferencia sobre el SIDA apoyada por la ONU, la entonces jefa del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos Joycelyn Elders, dijo que tal vez la masturbación debería ser enseñada en las escuelas, como parte de los programas escolares de sexualidad. Al presidente Bill Clinton no le gustaron sus declaraciones y le pidió que renunciara al cargo. ¿Sería esto antes o después del juego de los puros con la becaria en el cuarto oval?
Recuerdo que hace tiempo leía un libro del psiquiatra español Enrique Rojas, su postura altamente conservadora acabó con mi amistad lectora. El doctor se expresa de este modo:
Es la búsqueda del orgasmo por el orgasmo, por el mero placer, al margen de la sexualidad compartida. Se busca una satisfacción rápida, inmediata, sin contenido afectivo… El deseo masculino de masturbación es más apremiante que el de la mujer, más impulsivo y rápido, en esto se diferencia de ella toda la vida, ya que la sexualidad masculina presenta los de mayor inmediatez en todas sus etapas. Un adulto que sigue masturbándose muestra escasa fuerza de voluntad, nulo control sobre sus deseos, las consecuencias psicológicas pueden llegar a ser graves, ya que esa persona no dirige su vida, sino que se encuentra bajo el dominio de sus pasiones… Es un recurso rápido, como un capricho que deja una secuela agridulce. Lo cierto es que se trata de un síntoma muy negativo de falta de plenitud, de valores interiores, es revelador de carencias internas que impiden a la persona realizarse por completo. No solo eso, hay toda una patología de tipo psicológico asociado a la masturbación adulta, sobre todo sentimientos de culpa e inferioridad. Es necesario superar la masturbación porque ese tipo de placer egoísta hacen infeliz al que lo practica, en tanto que anula su voluntad, le impide liberarse y, sobretodo, dificulta cualquier proyecto de relación con otra persona.
Más cercana al canto de Ismael Serrano, considero que la masturbación es una variante de la rica gama de posibilidades eróticas que tenemos hombres y animales. El doctor David E. Linden neurobiólogo, y profesor del Departamento H. Snyder de Neurociencia de la Universidad de medicina Johns Hopkins, nos dice, en su libro The accidental Mind, que la masturbación está presente en varios mamíferos tanto machos como hembras caballos, elefantes, burros, orangutanes, bonobos, delfines. Estos juegos de placer e imaginación tienen que ver con la autocomunicación, la satisfacción personal, una forma de aceptación y gusto por nuestra corporalidad que podemos practicar a solas o en compañía. Es como nos dice el D. Cooper en Muerte de la familia la mejor preparación para el encuentro satisfactorio con el otro. “Sólo podremos amar a otro acondicionando totalmente nosotros mismos hasta el punto de masturbarnos verdaderamente, es decir, hasta el orgasmo. Solo iremos hacia los demás cuando estemos preparados para ello”.
El arrechucho en la actualidad
El poeta Philip Larkin decía “No tengo ganas de salir con una chica y gastarme cinco libras, cuando puedo masturbarme gratis y pasar el resto de la velada la mar de tranquilo”. La masturbación es una forma de libertad, ya sea una necesidad, un gusto o recurso desesperado.
Me niego a caer en las antípodas que hacen que algunos expertos piensen que la ausencia de masturbación es patológica en el hombre, no así en la mujer ya que nosotras siempre seremos medidas con otra vara. Helen Singer Kaplan, una sexóloga escribe: “en contraste con los hombres, en donde la ausencia de masturbación en los adolescentes hace sugerir la sospecha de un trastorno psiquiátrico, las mujeres que nunca se masturbado no tienen que ser por eso necesariamente patológicas”. (La nueva terapia sexual, Alianza, Madrid, 1978). La masturbación su gozo, su elección y hasta el derecho de compartirla y negarla es una opción individual al margen de censuras morales o médicas.
Masturbación gamer
En la Historia de la vida privada siglo XX los autores consideran que el principal acontecimiento en la vida privada de occidente es la aparición de una erótica completamente extraña al sistema cultural judeocristiano basado en la pareja y la gestación, hemos disociado los proyectos eróticos de los proyectos de familia, los placeres comunes de los goces individuales. Encontramos privilegios individuales, aventuras en solitario, historias y comunicaciones personalísimos y la masturbación es una de ellas, los autores sugieren que el Autorretrato masturbándose de Egon Schiele podría ser el símbolo de nuestros tiempos.
Todo aquello que amplíe nuestro mundo en lo personal me resulta benéfico, sin embargo, cuando la tendencia nos orilla a la exclusión o aislamiento me preocupa. Esta larga caricia masturbatoria me ha llevado a los nuevos estudios del psicólogo social Philipe Zimbardo. En su libro El fracaso de los niños (The Diminish of Guys) los jóvenes están fracasando en terrenos académicos, sociales, románticos y sexuales, hay un nuevo miedo a la intimidad. Desde hace varios años se hace un reporte sobre la timidez de los estudiantes universitarios, lo que muestra un constante incremento como resultado de una inadaptación que Zimbardo llama : Síndrome de intensidad social. Este síndrome intenta explicar por qué los jóvenes prefieren relacionarse con otros hombres antes que formar una pareja con mujeres, ello parece desprenderse del uso excesivo de Internet, videojuegos y excesivo consumo de pornografía. Todas estas son adicciones excitantes que a diferencia de la drogadicción que busca mayor consumo, las drogas excitantes quieren más y más variado, se necesita de la novedad para prolongar la excitación.
La oferta de videojuegos y pornografía, es mucha y muy variada, la investigadora Jane McGonigal reportó en un estudio de 2012 que cuando un joven en la actualidad cumple los 21 años, ya jugó diez mil horas de videojuegos, la mayoría de ellas en soledad. Por otro lado, la investigadora Cindy Gallop afirma que la mayoría de los hombres no pueden distinguir entre pornografía y hacer el amor, el joven promedio mira alrededor de 50 videos porno a la semana y la industria de pornografía es la más grande de Estados Unidos, por cada 400 películas de Hollywood, se hacen once mil videos porno. Por ello el cerebro de estos jóvenes está temprana y altamente estimulado, lo que causa que una clase escolar tradicional les parezca insulsa. Lo mismo sucede con las relaciones amorosas que se construyen gradual y sutilmente, a diferencia del rápido, anónimo y descomprometido acto masturbatorio en compañía de dispositivos de video juego y pornografía, una dupla exitosa en la actualidad.
Ejemplos de estas narrativas son Wicked Paradise, Custom Maid 3D. El último tiene como objetivo pedir y entrenar a una sensual ama de llaves para realizar actividades sexuales, el control que se utiliza para jugar, el Ju-C Air Support, se coloca sobre el pene, se bombea y es sensible al movimiento y respuestas del miembro.
En la sofisticada cultura japonesa existe un grupo de jóvenes denominado dakimakura en honor de un tipo de almohada, el término se traduce a menudo como “almohada para abrazar”. Durante 1990, los dakimakura comenzaron a producir fundas con imágenes sensuales de varias anime. Dicen las malas lenguas que muchos han quedado prendados de su almohada.
Referencias:
http://m.gamedots.mx/masturbacion-gamer-7-dispositivoseroticos-para-jugar-con-uno-mismo
Marina, José Antonio. El rompecabezas de la sexualidad. Barcelona: Anagrama 2012.
Bataille, George. Erotismo. Taurus: Madrid, 1971.
Jorge Vigil Rubio Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales.
Historia de la vida privada David E. Linden The Accidental Mind