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lunes 16 septiembre 2024

Opinión pública y control mediático

por Sergio Contreras Padilla

Después de la Revolución Francesa de 1789, los derechos informativos se convirtieron en el pilar de las nuevas democracias. Tales derechos permitieron la libertad de expresión y la expansión económica de los medios de comunicación como un contrapeso de otros poderes, como el coercitivo o militar.1

En la sociedad actual, tanto a nivel global como en Latinoamérica, el contrapeso de los medios parece diluirse y convertirse en un poder económico ligado al político. Ahora los medios, principalmente los electrónicos, se han transformado en contrapesos de las libertades de información al poder controlar y socavar la opinión pública.

En los mecanismos de control social, los medios juegan un papel fundamental, al grado de convertirse en un poder simbólico.2 A lo largo de la historia se han registrado acontecimientos donde los medios han sido utilizados como instrumentos de otros poderes para manipular, persuadir o desinformar a la sociedad.

Ante este panorama, el ideal revolucionario del siglo XVIII, una sociedad participante en la construcción democrática se derrumba. Tal pareciera que el modelo que ha predominado en los últimos años se basa en la fabricación del consenso social:3 “No debe permitirse que la gente se haga cargo de sus propios asuntos, a la vez que los medios de información deben estar fuerte y rígidamente controlados”.

En México, los medios conglomerados, aquellos con gran poder económico que participan en otras ramas de negocios, como Televisa o TV Azteca, son claros ejemplos de poderes simbólicos que fabrican consensos siguiendo un interés lejano al contrapeso: han creado herramientas de control mediático para generar una opinión pública carente de juicio. Un ejemplo fue la pasada reforma electoral, donde se utilizaron instrumentos de persuasión y mentira para desorientar a las audiencias a partir de los llamados “líderes de opinión”.

Poder simbólico

En la historia de occidente la opinión pública ha sido definida según las épocas y costumbres. Así, en el mundo antiguo, era considerada “la opinión del vulgo” o incluso, “el sentido común”. Para el siglo XVI, el tema comenzó a vincularse a lo público en clara oposición a la vida privada. Las ejecuciones de civiles, las guerras o el desplante de grandeza de los reyes del medievo se convirtieron en actos públicos, estaban a la “vista de todos”.4

La aparición de una comunicación mediada por encima del tiempo y del espacio nació con la tecnología de la imprenta, que generó cambios en la opinión pública al construir los primeros grupos sociales que ponían en duda los sistemas democráticos monárquicos, como fue el caso de Nicolás Maquiavelo.5

A partir de la expansión de la comunicación y sus libertades, quedó demostrado que a nivel macro, es decir, a nivel de comunicación social o masificada, el poder simbólico mediático puede desestabilizar a otros poderes, por tal motivo aparecieron nuevos mecanismos para regularlo y someterlo a intereses ajenos a las libertades de información. Las leyes de control o normas “mordazas” fueron una primera herramienta.

La “esfera pública” sólo puede concebirse libre cuando existe el debate de ideas, pues donde no hay crítica y las ideas se unifican, la democracia se convierte en un seudo-Estado.6

Medio Oriente

Un ejemplo de la construcción de la opinión pública a partir del uso de medios de comunicación o formas simbólicas que permitan la persuasión de la conciencia, ha ocurrido en Medio Oriente. Después de la caída de Roma y el florecimiento del cristianismo, para el siglo IV los pueblos árabes comenzaron a expandirse. La cultura oriental en países occidentales fue considerada durante toda la Edad Media como una invasión de “bárbaros”, condenados que profesaban herejías. En los pueblos cristianos, el arte, la historia y la escolástica se encargaron de fabricar una opinión pública negativa contra el Islam.

La cultura árabe fue “satanizada” y ligada al mundo de las hechicerías, como una sociedad decadente, carente de moral y promotora de desviaciones sexuales.7 La campaña de desprestigio generó un rechazo social que se volvió histórico. En el siglo XIX, el mundo árabe perdió poder militar y cambio de significado, ahora como “orientalismo”, que abarcaba una extensa parte territorial donde los pueblos no estaban “domesticados” y necesitaban la intervención de occidentales para establecer democracias y repúblicas sólidas, ajenas al fetichismo y la mitología.

El poder dominante creó un cliché ideológico lleno de prejuicios en contra del árabe, relación que aún prevalece a través la ideología mediatizada.8 Para los siglos XX y XXI, el estereotipo árabe se mantiene en forma negativa, representado como una sociedad violenta y agresiva. Después de la caída de las Torres Gemelas en 2001, los medios estadounidenses, el gobierno y sus líderes de opinión promovieron este estereotipo, identificando a los árabes como un “peligro” para la humanidad.

A partir de la guerra de Estados Unidos contra Afganistán (2001) e Irak (2003), las cadenas de televisión y radio, así como la mayoría de los medios escritos de EU construyeron un consenso en contra de Medio Oriente. Lo que perduró en el conflicto fue la desinformación y la mentira que generó una opinión pública enardecida contra los musulmanes. Basta con recordar los falsos motivos de la guerra: terrorismo, armas de destrucción masiva y democracia.9

Así la opinión pública occidental observó en las pantallas una invasión disfrazada de guerra y una justificación enmascarada de reportes parciales difundidos por CNN, Canal Fox y CBS.

El control publicitario

En México, la construcción de un consenso social en favor o en contra de determinados intereses no es un asunto nuevo. A través de la historia se han utilizado diferentes formas para persuadir a públicos y obligarlos a ser parte de acontecimientos, como fue el caso de la Guerra de Independencia, donde la inconformidad criolla se manifestó en el uso ideológico de la libertad para igualar las condiciones de vida.

En los últimos 50 años el monopolio de Televisa sirvió para construir una opinión pública en su mayoría desinformada, sin debate de ideas y desarmada para enfrentar el control mediático. La aparición de TV Azteca en 1993, tampoco generó una conciencia social libre y democrática.10

Es en la economía donde el poder político controla al mediático. Es a través de la entrega de recursos públicos o privados mediante la publicidad como la mayoría de los gobiernos o empresas en este país pueden controlar o minimizar una línea editorial en su contra. Basta revisar los gastos publicitarios, principalmente en aquellos medios carentes de servicio social y que tiene la facilidad de persuadir a los menos informados (ver etcétera, núm. 83). Tres ejemplos de cómo opera el control de la opinión pública mexicana contemporánea a través de los medios:

La modernidad. Durante el sexenio (1988-2004), bajo el mandato del presidente priista Carlos Salinas de Gortari, el gobierno federal a través de líderes de opinión, convenció a la sociedad mediatizada que México estaba a punto de entrar al “primer mundo”. Tal vez este hecho sea la manipulación mediática más grande en la historia del país. Sin embargo, la aparición de la guerrilla zapatista, la caída de la economía y la devaluación de la moneda, demostró que todo fue un montaje propagandístico.

Apocalípticos: “Macheteros” de San Salvador Atenco, barzonistas, ex braceros defraudados, mineros, maestros y feministas, han estado ausentes de las pantallas y micrófonos cuando sus movimientos son contrarios al poder económico/político o incluso, al mediático. Principalmente en la televisión, estos grupos civiles han aparecido como iracundos, exhibicionistas, impúdicos, desobligados, ociosos y carentes de sentido.

Tabúes: casos como el de la periodista Lydia Cacho o la reforma a la Ley Federal de Radio y Televisión, fueron temas intocables para la mayoría de los medios. La censura, también es una forma de control de la opinión pública. Al quitar un hecho de la mesa de debate crítico, simplemente el hecho no existe en la historia ni en la memoria.

El control mediático de la opinión pública es un juego de persuasión. Hay que definir claramente que un medio subordinado al poder económico/ político, es aquel que realiza entrevistas a modo, publica información comprada, difunde noticias para enaltecer el carisma de quien paga la publicidad y carece de crítica racional para enjuiciar a las autoridades públicas. Estos mecanismos son utilizados en la actualidad para fabricar el consenso de la opinión pública mexicana.

1 El poder ha sido un tema recurrente en la sociología y la filosofía, en obras que van desde Maquiavelo, Friederich Nietzche, Max Weber y Karl Marx, hasta Michel Foucault.

2 J. B. Thompson, Los media y la modernidad, Paidós, Barcelona, 1998.

3 Noam Chomsky, El control de los medios de comunicación. El texto completo puede encontrarse en: http://free-news.org/Chomsky_control_medios.htm

4 Norberto Bobbio, The future of democracy, Cambridge, Polity Press, 1987.

5 Elisabeth Noelle-Neumann, La espiral del silencio, Paidós, 1995.

6 Jurgen Habermas, Historia y crítica de la opinión pública, Gustavo Gilli, Barcelona, 1981.

7 John Tolan, Les Sarrasins, Editorial Aubier, Francia, 2003.

8 Edward Said, Orientalismo, Debolsillo, Barcelona, 2004.

9 Información obtenida a partir de un monitoreo de medios en 2005 dentro del doctorado en Sociedad de la Información de

la Universidad Oberta de Cataluña.

10 Jenaro Villamil, El poder del raiting, Plaza y Janés, México 2001.

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