viernes 17 mayo 2024

El discurso de la irresponsabilidad

por Fernando Dworak

Un criterio para conocer la calidad de un líder es la forma que asume responsabilidades o, en caso de no hacerlo, a quién o quiénes culpa. Aunque muy pocos son capaces de aceptar su actos y consecuencias, alguien que sólo sabe victimizarse no sirve para guiar.

Vayamos más lejos: es un recurso común de gobernantes autoritarios y religiosos culpar a otros cuando estalla un escándalo. Hace unos días el Papa Francisco culpó al Diablo de los escándalos de pederastia, pues su interés es erosionar a la Iglesia Católica. Por ello llamó a los católicos de todo el mundo a rezar una oración especial cada día de octubre para intentar derrotarlo. De esa forma se asume que la institución de la Iglesia es perfecta en sí misma y si falla algo no es por responsabilidad de quienes la operan, sino del mal.

Extrapolemos esto a la política y veamos cuán frecuente es que cierto perfil de líderes culpen a otros, sea la “mafia del poder”, el Banco de México u otros. Es más, se nos educó por décadas que el mexicano no es responsable de su devenir porque es víctima de una mítica violación de los españoles a las mujeres indígenas. Gracias a ello vivíamos en un laberinto de la soledad y por ello teníamos los gobiernos que mejor se acomodaban a nuestra idiosincrasia. O veamos otro ejemplo: nuestra Constitución era perfecta, pues era la primera de carácter social del siglo XX. El problema era que no se aplicaba.

Este discurso, sea en la religión o en la política, refuerza la creencia en una bondad primigenia de un líder y una institución, por lo que todo problema es resultado de una conspiración. El objetivo: que feligreses o ciudadanos mantengan una creencia en que al final el bien triunfará, más aún si la solución la provee una figura providencial. De esa forma se gobierna a través de la división entre un grupo y sus oponentes reales o imaginarios. Lamentablemente esta es la postura más cómoda.

El reto es desarrollar pensamiento crítico y exigir. ¿Es una invitación al ateísmo? Todo mundo es libre de creer o no. Más bien habría que separar la búsqueda interior del dogmatismo y la manipulación. Lo mismo ocurre en la política: quien cree en algo abdica de su condición de ciudadano y se convierte en súbdito. Distingamos patrones en los discursos para estar listos cuando se quieran usar.

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