sábado 18 mayo 2024

Recomendamos: Autosecuestro: el nuevo truco de las mafias para dominar tu mente

por etcétera

Las mafias sofistican cada vez más sus técnicas de secuestro. La nueva ‘moda’ es manipular a las víctimas hasta conseguir que se retengan a sí mismas

En una genial voltereta espacio/temporal, decenas de teléfonos comenzaron a sonar en 2015 a lo largo de la A-6, la carretera de La Coruña, justo a la salida de Madrid.

Ring, ring. Majadahonda, Las Rozas, Pozuelo incluso. Como un reguero de pólvora, como hiedra creciendo a su bola, los teléfonos comenzaron a sonar. Los descolgaban madres, abuelas, señores, la inevitable asistenta.

“>Al otro lado les esperaba una singular obra de teatro, hiperrápida y con acento latino. «Tenemos a su nieto». «Tenemos a su hijo». «Envíenos X dinero en X minutos o no lo volverá a ver». «Corra, corra que VAMOS A MATARLO». «LO MATAMOS: pague».

“>Había quien corría. Escuchaba a su nieto/nieta al otro lado del teléfono -«¡De verdad que parecía él!»-, enviaba por internet unos miles de euros y 15 minutos después, ya en sus cabales, se preguntaba: «Pero qué demonios he hecho».

“>Había quien colgaba el teléfono y se encogía de hombros: «¿Mi hijo? Pero si mi hijo está aquí a mi lado. Ven aquí, Juanito».

“>Y hubo quien se puso a tirar del hilo. Y los hilos de casi todas las llamadas (he aquí la voltereta) llevaban, como explican en la Guardia Civil, a un mismo sitio. A unos 11.000 km de la A-6. En Chile.

“>En concreto, a un enorme edificio situado a media hora de Santiago, en la región Metropolitana: la cárcel Colina II, uno de los penales más tremebundos de Latinoamérica (el quinto, según algún ránking periodístico). Unos 2.500 presos que, pastoreados por apenas 80 gendarmes -como allí se llaman-, hacen de su capa un sayo en términos de apuñalamientos, trifulcas y pendencias (y si no deciden otorgarse a sí mismos la libertad probablemente sea porque ahí dentro están calentitos).

«Entre esta gente, según pudimos investigar, se corrió la voz de que en la carretera de La Coruña vivía gente con pasta», cuentan en la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. «Así que, como en esa cárcel al parecer tenían móviles y mucho tiempo, echaban las tardes llamando a Las Rozas, tirando cañas, a ver quién picaba. Y había quien picaba, claro, siempre lo hay. A veces hasta llamaban a número correlativos, cogían la guía y palante».

Más información: https://bit.ly/2TELlex

También te puede interesar