Las aspiraciones de Luisa Alcalde a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México no aguantan el señalamiento de su omisión en inspección que ya ha costado vidas.
Tras hablar con diversos productores de carbón, este columnista ha comprobado que una de las causas directas de la tragedia es la falta de inspecciones laborales atribuibles a la mal llamada austeridad republicana.
La mina, una concesión que sus propietarios rentan a otros productores, presentaba ablandamiento de las paredes y fue perforada. No tenía planos actualizados en la Dirección General de Minas de la Secretaría de Economía, que jamás la revisó o inspeccionó, ni realizó observaciones de inspección laboral.
La última inspección acreditada por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social fue hace siete años. Por eso, Luisa Alcalde no se ha aparecido en la mina ni en el asunto.
En el sexenio pasado, según los productores, los inspectores laborales en la zona carbonífera eran entre 50 y 60. En el periodo de la austeridad republicana fueron reducidos a 15. En cambio, el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, un notorio fracaso, ha destinado presupuesto para 16 mil plazas en el estado de Coahuila logrando solo 2 mil beneficiarios.
Al mismo tiempo, el entramado de corrupción comandado por Jorge Luis Morán, ahora recibido en la Cuarta Transformación por Ricardo Mejía, permitió que la mina aprobara las inspecciones que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) le practicó en abril pasado.
Las aspiraciones de Luisa Alcalde a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México no aguantan el señalamiento de su omisión en inspección que ya ha costado vidas, ni de la asignación masiva de presupuesto a Jóvenes Construyendo el Futuro, un programa que se ha prestado al fraude y el desvío de recursos.
Por eso, la Secretaría del Trabajo brilla aquí solo por ausencia.
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