A finales de 2018, John M. Ackerman e Irma Eréndira Sandoval se sintieron tocados por la mano de Dios. Los cantos navideños junto a las viandas tradicionales dieron un toque especial al paraíso que estaban viviendo. Seguramente su cena del 24 de diciembre fue maravillosa, la familia cantaba villancicos y veía a Pablo Amílcar como el próximo gobernador de Guerrero.
Años atrás, el matrimonio había depositado su destino al prócer de la patria y ahora este, agradecido, los recompensaba. John, un académico universitario, tendría oportunidades de empleo inmejorables, espacios en los medios de comunicación públicos y un papel clave en el partido del gobierno. Por su parte, Irma había sido nombrada secretaria de la Función Pública y ella sería el estoque decisivo contra la corrupción, según el guion oficial. La pareja era tan feliz que esparcía su amor en las redes sociales, usando frases tan poéticas como “Te quiero puchinguis” o “Yo te quiero más mi Tiroloquito”.
Pero la desgracia llegó en el verano de 2021. El viernes 18 de junio, temprano, a Irma Eréndira le comunicaron su despido desde Palacio Nacional. Entonces ella y su compañero sufrirían las secuelas de haber depositado las doce uvas de cada año a los caprichos de un iluminado, aunque aún estaba fresco en la memoria, el fervor que le profesaba Ackerman cuando dijo que oír al presidente era como asistir a misa porque su voz lo tranquilizaba.
Los sainetes del profesor no detonaron la furia del jefe, visto a la distancia podrían considerarse divertidos. Su pleito con Sabina Berman, ocurrido finalizando 2020, demuestra a dos almas gemelas que se profieren los adjetivos más soeces y pelean como payasos. Pero incluso a nadie sorprendería que el presidente festejara la declaración de John en la que igualó a los periodistas con narcotraficantes. Eso iba en sintonía con lo que este hizo durante su sexenio. Lo que sí le incomodó fueron los reportajes que demostraron que la pareja Ackerman-Sandoval tenía un patrimonio de más de 60 millones de pesos, lo que superaba por cinco veces lo que ellos habían declarado. Pero no fue un prurito moral el que tuvo el presidente, está claro que él protegió a su familia y amigos de sus triquiñuelas. El tema fue que eso tuvo costos en las urnas, en 2021, donde Morena perdió plazas significativas, lo que exasperó tanto al Jefe que incluso regañó a la clase media por no respaldar a su partido.
La mejor semblanza que se ha hecho sobre Ackerman la escribió Ariel Ruiz para el libro “Los farsantes de la 4T”. Solo hay que agregar que el enojo presidencial alcanzó su máximo cuando Irma Eréndira y John impulsaron a Pablo Amílcar Sandoval como candidato a gobernador de Guerrero, contraviniendo a la decisión de que Félix Salgado Macedonio tuviera esa encomienda. El Patrón debía retribuir a uno de sus hijos más miserables, y no admitiría reparos. (Ya se sabe lo que pasó después: la hija de Salgado Macedonio fue la candidata ganadora).
Aquel fin de semana, Irma Eréndira Sandoval pasó un trago amargo, aunque tendría una salida digna. La tensión era enorme tras las cámaras, pero ella y el presidente grabaron un video donde estaban tan felices que fue difícil explicar el motivo de la decisión. Este se difundió el lunes 21 de junio.
El sueño había terminado. El matrimonio fue arrumbado. No obstante, fiel a la 4T, mostró una disciplina estoica hasta que, tres años después, Irma Eréndira rompió el silencio. Dijo que no la corrieron, que ella renunció por las presiones que hubo dentro y fuera del gobierno: “Las inercias burocráticas y la falta de voluntad de ciertos actores del gobierno y de los poderes fácticos frenaron nuestros proyectos de combate a la corrupción”. Transcrito al español, lo que ella está asegurando es que el presidente no tuvo la entereza para combatir la corrupción.
Lo cierto es que, a finales de 2024, John e Irma Eréndira ya sabían que Dios los había abandonado.
