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El silencio está empezando asentirse en las redacciones de muchos medios de comunicación en México.

Hay temas prohibidos y reporteros anónimos que no pueden firmar sus notas por temor a ser amenazados, secuestrados o asesinados por el crimen organizado.

Las secciones policiacas o de seguridad en muchos periódicos pareciera que las escribe un reportero llamado Redacción y un fotógrafo de nombre Archivo.

Hay temas que ya no se cubren, y la investigación sobre narcotráfico está prácticamente detenida en la mayoría de los diarios locales.

Le llaman autocensura, y sí, existe, es real. Pero tengo claro que una nota no vale más que la vida o la integridad física de reporteros, editores, fotógrafos o directivos. Así de triste es la realidad en México ahora.

Es esa realidad la que también se convierte en uno de los momentos más interesantes de la historia de este país, y sí, uno de los más sangrientos.

Y no es una percepción, como le llaman muchos funcionarios del gobierno federal, es una realidad. Son una realidad las masacres de jóvenes en enero y octubre de este año en Ciudad Juárez y el asesinato de 13 internos de un centro de rehabilitación en Tijuana a finales de octubre. Esos hechos son noticia.

Es una realidad y es noticia el enfrentamiento en plena capital de Zacatecas entre sicarios y fuerzas policiales locales y federales. Es una realidad que hubo al menos siete policías heridos.

Los periodistas no podemos cerrar los ojos. Narrar lo que pasa en este país es nuestra labor, nuestra responsabilidad. Es cierto que las reglas están cambiando, que las formas de trabajar se modifican para proteger a los periodistas, a los repartidores, a los choferes de las camionetas de los medios de comunicación.

Las reglas del juego han cambiado, y no estábamos ni estamos preparados para enfrentarlo. Y esta es una tarea pendiente de los medios de comunicación.

Debemos capacitar a nuestras redacciones para enfrentar la violencia, para estar alertas y preparados. Debemos capacitarlos para hacer un mejor periodismo, más profesional y ético.

No podemos permitir que los números sigan creciendo:14 periodistas asesinados este año, 65 periodistas muertos desde el año 2000, desde el 2005, 12 periodistas desaparecidos, 16 ataques contra medios de comunicación.

Lo que pasa en otros medios y cómo lo están enfrentando debe servir para prepararnos. Debemos seguir haciendo periodismo y a la vez cuidar nuestras redacciones.

Cuando leímos en la redacción de Imagen de Zacatecas el Manual Prevenir para después informar: guía práctica de seguridad para la cobertura en zonas de riesgo, de Darío Fritz, editado por Artículo 19, llegamos a la conclusión de que entre más profesionales seamos, será más fácil enfrentar los ataques o las presiones de cualquier grupo.

Invertir en capacitación sí es negocio, y está comprobado por los grandes medios de comunicación en el mundo.

También los periodistas, como profesionales, no debemos quedarnos atrás. La gran crítica a los periodistas mexicanos es su falta de unidad, y es cierto. Hay tantas diferencias, rencores y “dimes y diretes” entre muchos de nosotros, que nos impiden unirnos para luchar contra la impunidad, la corrupción y la violencia.

No nos quedan muchas opciones, y una de ellas que sí es posible es unirnos como gremio para protegernos. Ese es nuestro reto en lo individual.

Porque si esperamos que el gobierno nos proteja como hemos esperado, perderemos un tiempo valiosísimo. Cada quien lleva su tiempo, y nosotros debemos ir más rápido.

Desde hace cuatro años, cuando se creó la primera Fiscalía Especial para Delitos contra Periodistas, se sabía del problema, y no pasó nada.Ya llevamos tres fiscales, y no ha pasado nada.

Entre las buenas noticias está la creación del mecanismo de protección para periodistas anunciado por parte del gobierno federal, pero no es suficiente. La realidad tiene una velocidad que nos obliga a actuar, a capacitarnos y a exigir que cada quien haga su parte. Será importante que en este mecanismo de protección para periodistas participen periodistas que le den la visión de urgencia que tiene el problema.

Aunque los retos que tiene el periodismo en México no son sólo el crimen organizado.

Basta con dar una mirada a lo que pasa en muchos periódicos del interior de país para darnos cuenta de que la presión, y muchas veces amenazas, también vienen de los gobiernos locales.

El desprecio de los políticos y los gobiernos hacia el periodismo y su importancia en la sociedad no sólo ofende a quienes estamos en esta profesión, sino a muchas organizaciones civiles y a una gran parte de la sociedad.

Aumentar las penas a quienes cometan delitos contra la libertad de expresión es mucho discurso y poca realidad. No hay detenidos, ni avances en los casos sobre los periodistas asesinados o desaparecidos. No hay un solo caso solucionado.

Por ello la incredulidad de muchos de nosotros ante las acciones del gobierno recientemente mostradas o su interés por resolver algún caso.

Vivimos una situación inédita en el país. Ojalá nos deje alguna lección que pueda mejorar profesional y éticamente al periodismo mexicano.

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