Hace unos días, y otra vez actuando como no debe actuar, la secretaria de Gobernación difundió oficialmente su pésima caracterización –la que usted hizo en su ataque mañanero- sobre “los conservadores”:
El Presidente @lopezobrador_ enumeró 3 características del pensamiento conservador pic.twitter.com/wH6jA7hIDy
— Gobernación (@SEGOB_mx) August 11, 2024
Volvió a difundir la sarta de contradicciones el 24 de agosto:
El presidente @lopezobrador_ reiteró las 3 principales características del conservadurismo. pic.twitter.com/gqCM2E8Pr7
— Gobernación (@SEGOB_mx) August 26, 2024
Esos mensajes sí manchan la investidura presidencial: faltan a la verdad y son ataque político bajo, de mentes casi adolescentes. “Politiquería”, diría un supuesto politólogo…
Refuto.
Empiezo por lo que más le importa a muchos de sus colaboradores, aparte del poder político: el dinero. En su gobierno, como en los gobiernos locales de su partido, abundan los casos de lujo en la vida privada y de corrupción en la función pública (que así es privatizada). Como es cierto lo que digo, paleros suyos como Leonardo Toledo siguen transformándose: han pasado de decir que la “austeridad republicana” del funcionario de Estado es sobre lo público y lo privado a decir que no es sobre la vida privada. Puesto que muchos obradoristas de los primeros círculos son ricos y ostentan su riqueza –Miguel Torruco junior es sólo un ejemplo- o son ricos y se ha descubierto su riqueza negada –Rocío Nahle, Manuel Bartlett y una larga fila- los “intelectuales” obradoristas tienen que defenderlos de algún modo, y el modo ha sido la contradicción: el funcionario, afirman ahora, no debe ser austero en su vida privada sino que el gasto de gobierno debe ser austero. Pero, obviamente, la austeridad sistemática en el gasto gubernamental es… neoliberal. ¿Entiende?
Esa austeridad es uno de los rasgos esenciales del neoliberalismo. El funcionario democrático de izquierda debe ser personalmente austero, ni ostentoso ni pobre; el gasto del gobierno no debe ser igual a despilfarro en lujos cotidianos para los jefes burocráticos, no debe ser usado en cosas públicamente innecesarias; en ese sentido el gasto público debe ser austero, pero no en otro, no debe serlo en el sentido de la salud, la educación, la ciencia y la cultura. El gasto público en esas áreas no debe estar definido por la austeridad. No todo gasto del gobierno debe ser bajo o recortado. Es falso que si no hay austeridad necesariamente haya desperdicio o corrupción, y es falso que la única alternativa al desperdicio y la única solución a la corrupción sea la austeridad.
En cuanto a la corrupción: ustedes la niegan mintiendo, o yendo y viniendo por sus muy desgastadas tangentes, pero es real; existen hoy muchos casos de corrupción y por tanto de amor al “dios dinero”. Privatización del dinero público por parte de obradoristas hay en la construcción del “tren maya” y en la operación de Segalmex, por poner sólo dos de los más grandes ejemplos. Hechos que no puede ocultar y no podrá ocultar jamás, señor presidente, aunque termine de destruir al INAI.
Con esa austeridad propartido y antisocial –el gasto gubernamental recortado donde no debe ser recortado, como la salud, para gastar en otras aéreas lo que convenga partidistamente- y con personas funcionarias llenas de dinero –unas por corrupción desde el pasado y otras en el presente-, el obradorismo se parece mucho a lo que usted mismo dice que es el conservadurismo: hipocresía y neoliberalismo.
En efecto, el obradorismo incluye conservadurismos y usted es también conservador. Le recuerdo los hechos que, entre otros, lo hacen ser lo que es:
-Su ya referida austeridad en/contra los sistemas públicos de salud, educación, ciencia y cultura. Es una austeridad conservadora, neoliberal, incluso criminal.
-Así como conservó el históricamente bajo gasto en salud, conservó la estructura fiscal. No hizo Reforma Fiscal. Ni siquiera la intentó. Ni siquiera habló de ella, usted, el que ama hablar y hablar sin cumplir. Ni siquiera habló de justicia fiscal. En esencia, dejó los impuestos como estaban. ¿Cómo estaban? Neoliberalizados: porque son los de los gobiernos anteriores y porque son a favor de los más ricos. Así están. Así siguen. Usted conservó ese estado de cosas. Conservador fiscal.
-Conservó las mismas reglas que existían sobre los bancos. El presidente de los banqueros, Julio Carranza, lo reconoció y le dio las gracias por no haber cambiado las reglas del juego. Ha de recordar gratamente ese momento, en la pasada Convención Nacional Bancaria. Si usted no cambió las reglas, las conservó. ¿Cuáles conservó? Las que había con “los neoliberales”. Sí, tal cual: las reglas bancarias que el presidente López Obrador conservó no nacieron en 2018, son las mismas de lo que llama “noche neoliberal”, una añosa noche que fue benéfica para los banqueros. Y aun así, les fue mejor en su sexenio, el supuesto sexenio “anticonservadores”. Realidad: presidente conservador probancario. El presidente de los banqueros no le agradecería de manera pública, sincera y entusiasta al presidente del país si ellos hubieran pasado por una racha de pérdidas o por la mediocridad de ganancias.
Un presidente que conserva la estructura de impuestos a favor de los ricos y el ambiente legal que maximiza las ganancias de los banqueros –estructura y ambiente anteriores al 2018 y por tanto neoliberales-, no puede ser un presidente antineoliberal ni postneoliberal. Por eso y para eso se activa la propaganda: “orwellianamente” (¡pobre Orwell!), los propagandistas del señor presidente intervienen en el lenguaje de consumo obradorista para transformar imaginariamente los significados: dentro del obradorismo, y sólo dentro del obradorismo, el conservadurismo fiscal neoliberal y unos aumentos al salario mínimo pasan a ser el máximo de izquierda, mientras que la no-austeridad y la reforma fiscal progresista pasan a ser medidas conservadoras o “progres” (poco o falsamente progresistas). Luego se enojan cuando se les llama farsantes y propagandistas…
Insisto porque me sobran hechos y los hechos me los da usted mismo: en su “mañanera” del 20 de agosto pasado reconoció y presumió que los más ricos del país se volvieron más ricos bajo su gobierno y por su gobierno. Lo dijo al mismo tiempo que sigue jugando a ser de izquierda, popular y antineoliberal, en lucha contra la oligarquía. Su dicho verdadero es que ayudó a la oligarquía (menos un señor X) y que espera que sus cuates o aliados oligárquicos sigan ayudándolo: que lo ayuden contra la democracia. Hacia ese fin presionó a 5 magnates al pedirles que hicieran pública su opinión sobre una de sus reformas, recordándoles que se hicieron más ricos con usted como presidente. No hay exageración ni distorsión: usted habla contra los oligarcas pero acaba de aceptar que benefició a los oligarcas. Nos da la razón, deja en ridículo a sus paleros, paleros que atacan a esos empresarios como si fueran todos enemigos de su gobierno. Usted es, entonces, (auto)confirmadamente, simulador y falso izquierdista.
-Asimismo, fue indolente ante la tragedia económica de la pandemia. Frente a ella, los únicos financieramente inmunes eran los más ricos. No hablo de los ricos, sin más, ni de la (im)posibilidad de alguna merma en sus ingresos; estoy hablando de los más ricos y de inmunidad total. Inmunidad por sus ingresos y por su patrimonio, que el magnífico presidente del pueblo protegió fiscalmente, siempre, como buen conservador. Eso es la ausencia de Reforma Fiscal. El pleito con Salinas Pliego es otra cosa –y aprovecho para recordar que el dueño de TVAzteca terminó el sexenio de Vicente Fox, en el que también lo beneficiaron, peleando callejeramente con el secretario de Hacienda.
-El dizque heraldo progresista, alias AMLO, declaró que “el neoliberalismo no es tan malo” y que “la mejor seguridad social es la familia”. Usted sabe que lo dijo. Exactamente lo que diría un conservador religioso y enemigo del Estado de Bienestar –del verdadero Estado de Bienestar, claro está, no de la entelequia obradorista.
Hablando de economía, familias y neoliberalismo, agreguemos que la separación del poder político y el económico es una más de sus farsas. Eso lo demuestra, entre muchos hechos, la relación triangulada que existe entre usted, Carlos Slim y la familia Torruco. Esta familia incluye padre secretario de Turismo federal e hijo diputado federal, es decir, políticos obradoristas, e hija que es nuera de Slim, empresario protegido y beneficiado por su gobierno; así, los Torruco son familia política-legal de Slim y familia política-partidista de usted, Slim es uno de sus empresarios favoritos y el hombre más rico de México tiene vía libre a la cima del Estado gracias al presidente de México y su propio consuegro.
-También impidió la legalización de la marihuana. La bloqueó en el Congreso. Por usted, por su conservadurismo, se interrumpió su aprobación en la cámara de diputados. Así, conservó toda la “guerra contra las drogas”, conservadora pero destructiva “guerra contra las drogas”. Eso hizo y eso niega, como Felipe Calderón.
-Conservó, amplió y empeoró la militarización del país. Peor que el conservador Calderón. ¡Peor!
-Con el discurso del populismo penal pero también con el de la “mano dura” de los conservadores, su partido ha expandido la prisión preventiva oficiosa. Herramienta antiprogresista como la que más.
-Nunca ha hecho ni dicho nada a favor de la legalización del aborto. Los avances federales se deben a la Suprema Corte y los avances locales responden a dinámicas locales anteriores a 2018 en las que partes del obradorismo se insertaron. Usted no hizo nada para lograr esos avances. Nada. Ni dice nada. No dice nada en contra pero tampoco nada a favor. Dice lo que se le pega la gana sobre “los conservadores” pero no dice ni hace lo que un anticonservador sobre el aborto. Sus ataques al feminismo y a las feministas son varios, obvios, directos e indirectos, verbales y no verbales. Hipocresía se llama.
Dos conclusiones hasta aquí: 1) su conservadurismo es mezcla de “mochería” y neoliberalismo, de una clase de conservadurismo social y de grados de neoliberalismo; 2) es un gran hipócrita. Si con retórica niega ser lo que es y aparenta ser algo que no es, usted es un hipócrita.
Entre los muchos hipócritas de todos los partidos, usted es el mayor y el peor en todo este siglo, y el mayor y el peor desde Luis Echeverría. La hipocresía se relaciona y corresponde con la propaganda, ésta es populista y consustancial al obradorismo.
Hipócrita es equipararse a un santo abrazando un árbol en fotito tuitera pero autorizar la tala de millones de árboles sin necesidad ajena a su ego. Ahí está el ecocidio causado por el “tren maya”, éste causado por usted. Hipócrita es repetir que su fuerte no es la venganza y luego dedicar tanto tiempo del sexenio a vengarse.
Conservador e hipócrita, entonces. Pero no solamente…
En perspectiva histórica e internacional, hay conservadurismo democrático y autoritario. No es cierto que el conservadurismo sea necesariamente autoritario, pero puede serlo y muchas veces lo es. Esto quiere decir que el conservadurismo no necesariamente es democrático pero puede tener tipos que lo son. Conservadores democráticos son Angela Merkel, ex canciller de Alemania, o Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay que siendo de derecha ha señalado los excesos antidemocráticos de Javier Milei; eso es: Lacalle es democrático. Usted, el confundido López Obrador, es un tipo de conservador autoritario.
Conservador, hipócrita y autoritario.
Es autoritario porque su única reacción ante la crítica es el enojo. La única. No sólo le molesta, le enoja; le enoja autoritariamente y hasta irracionalmente toda la crítica, cualquier crítica genuina, sin importar forma ni contenido: sólo porque se trata de usted según se autopercibe (se quiere demasiado) y porque usted tiene el poder presidencial (poder al que quiere demasiado). Así que también es autoritario por cómo traduce públicamente su reacción automática, la privada autoritaria, desde “la mañanera”: con mentiras y exageraciones distorsionantes sobre los críticos para descalificarnos y deslegitimarnos a todos, primero, y para inhibirnos y presionarnos socialmente, después. Lo que ha hecho cada mañana contra la crítica es una simple y baja pero relativamente eficaz política de amedrentamiento, de búsqueda de silencio, un intento de imposición de la autocensura, a favor de usted mismo. Mediante el castigo mediático a unos se dirige a los demás: que escarmienten en nombre ajeno, ya saben lo que les puede pasar… En “la mañanera” o en “las redes”, y hasta en las calles y oficinas con fanáticos. ¿Sabe quién más hace eso? Javier Milei, otro político poco entendido entre izquierdas y derechas. Porque Milei, además de pseudoliberal como usted, es autoritario –también como usted.
Pero no es simplemente autoritario. El licenciado López Obrador es genéricamente autoritario pero específicamente priista.
Conservador, hipócrita, autoritario y priista.
Su priismo se refleja en el “plan C”.
Con ese plan maldito quiere desaparecer INE autónomo, INAI, división de poderes y representación proporcional. Si todo eso desaparece, ¿qué situación institucional aparece? Una como la del PRI: el priato, o el periodo de gobierno autoritario del PRI hegemónico al que usted sirvió, organizaba y controlaba elecciones a través de la secretaría de Gobernación, no contaba con mecanismos de transparencia, concentraba el poder en el presidente y era mayoritarista tanto en el sistema electoral y legislativo como en el mediático y cultural. Es decir, no tenía INE, INAI, división de poderes ni representación proporcional. En el priato, en su hegemonía pura de 1946 a 1976, no había lo que usted no quiere que haya. No había lo que “El Demócrata” está destruyendo. Si lo esencial priista reaparece, usted lo restauró. Una restauración es un regreso, una reacción, por lo que usted con su proyecto de reforma contraconstitucional es reaccionario. Conservador y reaccionario.
Conservador, hipócrita, autoritario, priista y reaccionario.
Lo bueno que no quiere conservar es la democracia. Algunos queremos conservarla pero no por ser conservadores sino por ser antiautoritarios; queremos conservar la democracia para que no exista un régimen contrario y sólo para poder mejorarla. No se puede mejorar un régimen democrático si deja de existir, por su culpa. Usted traicionó toda democracia.
Por si todo lo anterior no bastara para criticarlo como gobernante y rechazar su proyecto de poder transexenal, tiene elementos fascistas. Sí. Los tiene como político. Usted que se sueña divino y gargajea desde su palacio con la palabrucha “facho”. ¿Cuáles elementos? Autoritarismo, populismo y nacionalismo. Ese trío más violencia física (todo bajo un capitalismo) es el fascismo, aunque usted no lo sepa. No lo dudo: no lo sabe. Cree que fascismo es lo mismo que derecha. Pero una “definición” como la suya es simplemente una creencia de uso corriente y limitado. El fascista es de derecha pero la derecha no necesariamente es fascista. Y a usted lo único que le falta para serlo (fascista) es recurrir a la violencia física para obtener o conservar el poder, como Trump, a quien defiende. Defiende a un fascista. ¿Se da cuenta? ¿Cómo se defenderá usted ante la Historia? Haber subido el salario mínimo no es suficiente para ser un nuevo Juárez; lo que usted hizo está muy, muy lejos de ser un poco parecido a lo que hizo Don Benito. Madero tiró a un verdadero dictador, usted no. Cárdenas expropió realmente la industria petrolera, usted fingió que nacionalizaba el litio. Subió el salario mínimo, sí, qué bueno, pero eso a) es mínimo, no máximo, para alguien de izquierda, lo es para un simulador, b) no lo hizo sin el acuerdo de sus cuates empresarios –por todo lo antes dicho de su relación- y c) como no significa lo que dice la propaganda, es algo que pudo hacer y también hizo… un derechista autoritario populista de apellido Bukele.
Insisto, ¿cómo se defenderá usted ante la Historia? ¿Con caricaturas de fisgones y mentiras epigmenias? ¿Con represiones a los críticos en el presente? ¿Con más represiones mustias, disfrazadas? Su poder terminará tarde o temprano. Quedará lo cierto: presidente conservador, hipócrita, autoritario, priista, reaccionario y con ingredientes de fascista. ¡Y protector de la corrupción! No, la Historia no lo absolverá.