sábado 18 mayo 2024

Convento Grande de San Francisco, Mérida, Yucatán

por Rubén Aguilar Valenzuela

HISTORIA

En 1547 lo fundan los franciscanos de la Provincia de San José de Yucatán. En la actualidad de esa construcción no queda nada. Se le conocía como convento de San Francisco o convento grande. Se edifica sobre un promontorio en ruinas mayas ubicado al sureste de la plaza mayor de la actual Mérida.

Se construye con las piedras de las edificaciones mayas que estaban arriba del basamento. El entonces provincial fray Diego de Landa escribe en su Relación de 1566 que fue tal la cantidad de material pétreo salido de aquellas ruinas que, además de edificar el convento, alcanzó para que los vecinos constrtuyeran sus casas y todavía quedó en pie la crujía sur del cuadrángulo que formaba el conjunto prehispánico.

La mayor parte de la construcción del convento e iglesia se atribuye al fraile arquitecto Juan de Mérida y a fray Antonio de Tarancón. Los dos llegaron a Yucatán en 1561, traídos por fray Lorenzo de Bienvenida. Otra fuente dice que la construcción estuvo a cargo de los frailes Luis de Vivar, Antonio Ramírez y Juan de la Puerta, con la ayuda de Tarancón.

La primera etapa constructiva del complejo conventual concluye hacia 1566 y consiste en el claustro alto y bajo, la iglesia cubierta con bóveda de cañón corrido y el presbiterio con bóveda labrada de lazos de cantería, como consta en la relación de la ciudad de Mérida de 1579 y en el testimonio de fray Antonio de Ciudad Real de 1588.

El complejo sufre una serie de ampliaciones para dar cabida al creciente número de frailes y a las diversas actividades que estos desarrollaban. Fray Fernando de la Nava amplió el dormitorio principal y construyó dos piezas más que sirvieron de refectorio y de sala de profundis. El provincial fray Luis de Vivar deja comenzada una nueva enfermería que continua fray Bernabé Pobre, quien también construyó más celdas.

Fray Antonio Ramírez amplía la enfermería y sobre ella construye más celdas; más tarde, su sucesor, fray Diego de Cervantes, continua con las obras de ampliación. Hacia 1647, López de Cogolludo realiza una descripción con cierto detalle de la iglesia conventual, lo que permite tener una idea aproximada de su disposición en planta y de la estructura que la conformaba:

“Su iglesia es obra de mampostería, gruesas murallas y cubierta de bóveda, no tiene la capacidad en grandeza, que parece era necesaria para el concurso de los ciudadanos en las festividades, que ordinariamente es lo más de la Ciudad, pero es suficiente […] La iglesia ya que no se pudo agrandar, la adornó mucho el R. Padre Fr. Antonio Ramírez siendo provincial. Tiene en lo que sirve de Capilla Mayor su modo de crucero, que hace dos arcos abiertos en la muralla con dos altares, que sirven de Colaterales al Mayor, al que se sube por algunas gradas […] En el cuerpo de la iglesia á la parte del sur hasta el coro, tiene tres capillas cuyo espacio esta (sic) fuera del muro principal de ella. […] Por la banda del norte corresponden otros tres altares abiertos los arcos en el muro […] A los dos lados de las Colaterales corresponden otras dos Capillas, la del norte hace antesacristía y la salida a la Capilla Mayor […] La capilla del lado sur está dedicada a San Luis Rey de Francia, á quién tienen por Patrón los Hermanos de la Tercera Orden de penitencia, cuya es la Capilla, muy capaz, pues es suficiente para celebrar en ella la festividad […] El coro alto de la iglesia está muy adornado… toda la bóveda que la cubre hizo también pintar de iluminación al fresco, una semejanza de la Bienaventuranza… El claustro, aunque es pequeño, está muy adornado con cuadros grandes de pincel”.

En 1667 el gobernador de Yucatán, Rodrigo Flores Aldana, solicita a la Corona la aprobación de construir una fortificación en el cerro donde se encontraba el convento franciscano; aprobada la solicitud se procede a la construcción de la instalación militar y se cierra la muralla en tan sólo 19 meses. La inauguración de la fortaleza se lleva a cabo el 31 de mayo de 1669 con el nombre de San Benito, y el convento queda inscrito como parte del conjunto con las nuevas edificaciones militares.

En 1751 Juan de Villa Juana y en 1788 el ingeniero Rafael Llobet dibujan planos de la fortificación en los que se puede observar la convivencia de las edificaciones religiosas con las militares, de manera que era difícil determinar, a excepción de la iglesia, qué locales pertenecían a unas y a otras. Por último, en 1821 los franciscanos son desalojados de las instalaciones de la ciudadela de San Benito y a partir de 1840 se inicia la demolición del convento para dar cabida a otras construcciones.

COMENTARIO

Es una tragedia para el patrimonio monumental del país que se haya destruido el convento y que ahora no quede nada de él. Todos los registros señalan que era una construcción original de grandes dimensiones. En ese lugar está ahora el mercado Lucas de Gálvez.

Con la construcción de este convento en el siglo XVI se da inicio de los sistemas constructivos europeos en Yucatán, principalmente con lo que son las bóvedas de cañón corrido y de nervaduras. Esto implica también las primeras experiencias de la mano de obra indígena en cubiertas curvas de mampostería.

La construcción de los muros de mampostería no significó una nueva experiencia para los trabajadores indígenas, pues la estructura básica de los muros europeos es similar a la de los muros mayas.

El convento, el segundo de los franciscanos en el área de la Península de Yucatán (el primero es el de Campeche) sirvió de modelo para la construcción de los conventos que luego se levantaron en Maní, Conkal, Izamal, Valladolid, Homún, Tizimín y Motul.

HEMEROGRAFÍA

Román Kalisch, Manuel Arturo, “La edificación de conventos franciscanos en el siglo XVI en Yucatán”, Palapa, vol. IV, núm II, julio-diciembre 2009, Universidad de Colima.

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