sábado 18 mayo 2024

La izquierda y la hipocresía

por Alejandro Vázquez Cárdenas

La venerable Real Academia de la lengua informa que hipocresía, palabra que procede del latín tardío hypocrisis,  se define como “fingimiento de cualidades y sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. Explorando más se considera sinónimo de fariseísmo.

Lo anterior es lo primero que me viene a la mente al leer esas densas publicaciones elaboradas por personajes autodenominados como  “de izquierda”;  la verdad, solo simples actores visibles aunque no muy actuantes en el ámbito político y académico  nacional.

Después de espulgar la demagogia y los previsibles lugares comunes (la derecha, los poderes fácticos, el imperialismo, la reacción etc.,)  que constituyen la parte medular de los escritos, quedo con la impresión de siempre: esa izquierda es incapaz de quitarse sus anteojeras ideológicas, superar su visceral antiamericanismo, reconocer sus errores y lo más grave, sigue siendo profundamente hipócrita.

Muy probablemente al lector promedio los nombres de Imre Nagy, Janos Kadar y Jozsef Mindszenty no le dicen nada. Sin temor a equivocarme considero que igual sucede con los  nombres de Alexander Dubcek y Pol Pot. Para el lector que solo echa una ojeada a los titulares para luego dirigirse a las secciones deportivas estos nombres definitivamente no le dirán nada.

Un poco de historia:

Nagy, Kadar y Mindszenty nos remiten a la Hungría de 1956, la Hungría sometida al régimen comunista  de la Unión Soviética por la fuerza de las armas. Nos remiten más concretamente a la llamada “Revolución de 1956”, cuando el pueblo húngaro manifestó su desacuerdo con su condición de esclavo de la URSS y exigieron la retirada de las tropas del Pacto de Varsovia, el fin del sistema de “partido único”, reformas económicas y elecciones libres. La respuesta de la URSS fue aplastar con tanques las exigencias húngaras, el fusilamiento del Ministro Imre Nagy, centenares de ejecutados y miles de deportados al Gulag soviético. Reacción de la intelectualidad de izquierda: silencio, explicaciones sesgadas y aprobación tácita. Los muertos por protestar contra la URSS no cuentan.

Checoslovaquia 1968, “Primavera de Praga”. El pueblo checo,  harto de la ineficiente dictadura soviética apoya la llegada del reformista Alexander Dubcek, el cual promete cambios radicales y llegar a un “socialismo con rostro humano”. Respuesta soviética: la previsible invasión del país, ocupación con tanques y encarcelamiento de los dirigentes. Reacción de la “intelectualidad de izquierda”: silencio, algunas protestas aisladas (J.P. Sartre) y otras muy matizadas. Aquí cabe destacar la sinceridad del dictador cubano Fidel Castro, que alabó la invasión y todavía afirmó que en caso de que ellos (los cubanos) se desviaran de la doctrina marxista “que nos invadan”.

Foto: Praga CTK/J. Dezort

Otro caso. Pol Pot y el Khmer rojo. En 1975, Pol Pot, fundador y jefe  del partido comunista de Camboya, derroca al presidente Lon Nol  y dirige un genocidio de proporciones brutales contra su pueblo, asesinando a un aproximado de 4 millones de seres humanos en un demencial intento de aplicación a rajatabla de un maoísmo dogmático. Respuesta de la “intelectualidad” de izquierda: silencio. Tal vez por el desconocimiento geográfico de Camboya o por considerar irrelevante la cifra de 4 millones de muertos por el régimen comunista.

Son solo tres ejemplos, hay muchos más que totalizan la increíble cifra de 100 millones de asesinados por la entelequia izquierdista en todo el mundo, Cuba incluida. Son una verificable y palpable muestra del “doble rasero” con que miden estos “intelectuales” y sus “compañeros de viaje” de la izquierda intolerante.

Lo que en algunos países es censurable y criticable, no lo es para otros. La violencia y los asesinatos, cuando son cometidos por su causa, sí están justificados. Por eso en su momento vimos sus oblicuas justificaciones a la ETA, su aguerrida defensa de las FARC, su entusiasta apoyo a los “luchadores sociales”, su apología a los movimientos tipo “Liga 23 de septiembre”, su inocultable simpatía con la Venezuela de Chávez y ahora de Maduro, su apoyo a personajes como Ortega, en Nicaragua.

Diario Las Américas

Para estos “izquierdistas” los asesinatos ordenados por dictadores de “izquierda” en el mundo como Mengistu Haile Mariam en  Etiopía , la dinastía Kim de Corea del Norte, Stalin en la URSS, Mao en China,  Ceaucescu en Rumanía etc., y los incontables muertos atribuibles al castrismo en Cuba y a Chávez en Venezuela no existen, y por lo tanto no cuentan. Eso en correcto español se llama hipocresía.

Y no porque en otro bando no existan dictadores asesinos como Franco, Pinochet, Leonidas Trujillo, Somoza etc.  Lo que pasa es que la vida y milagros de éstos sí son muy conocidos y nadie oculta o niega sus terribles crímenes.

Doble rasero le dicen.

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