Si en el PAN la única candidatura presidencial con posibilidades reales para la contienda de 2018 es la de Margarita Zavala, en el PRD el aspirante que encabeza todas las preferencias se llama Miguel Ángel Mancera.
Y es que si bien en la Ciudad de México el jefe de Gobierno tiene una buena cantidad de detractores y su principal adversario, AMLO, montó una campaña en su contra en la capital del país—, también es cierto que todas las encuestas, a escala nacional, colocan a Mancera como el precandidato más popular entre las llamadas izquierdas, solo debajo de López Obrador.
No es nuevo que AMLO encabece todos los sondeos entre aspirantes de izquierdas —en buena parte de las encuestas en general—, pero lo novedoso es que considera a Mancera como un peligro real, al grado de convertir al jefe de Gobierno en blanco de sus más pedestres ataques.
En realidad Mancera es visto, por Obrador, como uno de los más poderosos adversarios. Por eso es y seguirá siendo blanco de los ataques del tabasqueño; ataques como tirar el proyecto del Corredor Chapultepec, la Rueda de la Fortuna, el Reglamento de Tránsito y hasta cuestionar programas sociales que benefician a Morena y que AMLO pretende arrebatar a Mancera.
Pero si bien Mancera tiene en AMLO uno de sus golpeadores sistémicos, también es verdad que el tabasqueño no es el único que hace todo por tirar la imagen, la popularidad y la aceptación de Mancera.
Por un lado, en el PRD existen gobernadores que a pesar de sus gestiones fallidas —como Graco Ramírez y Silvano Aureoles, entre otros— hacen todo a su alcance para poner piedras en el camino de Mancera. Y a esos gobernadores se suman secretarios de Estado —del gobierno federal— que también ven como peligroso al jefe de Gobierno.
Y el mejor ejemplo de ese golpeteo con fines políticoelectorales rumbo a 2018 ocurrió cuando gobernadores y funcionarios federales dejaron solo a Mancera en el escándalo de la contingencia ambiental que, como todos saben, es un problema que va más allá de la Ciudad de México.
Como es público, Mancera asumió una responsabilidad de Estado en la protección de la salud de los capitalinos; salud quebrantada por los elevados niveles de contaminación. Y hablar claro, sin esconder la realidad en el grave problema de la polución, le valió a Mancera una campaña mediática de alto costo.
Sin embargo, el 5 de mayo el PRD celebró su 27 aniversario. Uno de los ausentes fue Miguel Mancera, quien se disculpó por no estar presente y envió una misiva que leyó en voz alta el presidente del PRD en la capital,Raúl Flores. Durante la lectura los perredistas presentes gritaron a un coro, una y otra vez: “¡Mancera presidente!”.
Lo curioso del caso —y por ello llamativo— es que hasta hoy Miguel Mancera no tiene afiliación partidista alguna. Es decir, no es militante ni del PRD ni de ningún partido.
Por eso, Mancera podría ser presentado en la contienda presidencial como un candidato externo al PRD y, en el extremo, hasta como aspirante presidencial independiente. Y en esa lógica, serán pocos los presidenciables que cuenten con ese sello distintivo: ser gobernantes en activo —en este caso de la capital del país— e identificados como independientes antes que como militantes de un partido.
¿Quién votaría por Mancera ante una potencial candidatura presidencial? ¿Cómo calificarían la gestión de Mancera fuera de la Ciudad de México?
Vale recordar que la Ciudad de México no es todo el país.
Al tiempo.
Este artículo fue publicado en Milenio el 12 de Mayo de 2016, agradecemos a Ricardo Alemán su autorización para publicarlo en nuestra página