La culpa de este desastre no es mía, sino de Laura Islas, que abusó de mi ingenuidad al proponerme escribir sobre la Web 2.0. Yo que como es ampliamente sabido soy un pendejo, acepté, sin saber en lo que me estaba metiendo y hoy acudo a usted, querido lector, para dar cuenta de mi fracaso pues no entendí absolutamente nada. Veamos.
En la red circula un texto didáctico para explicarnos a todos en qué consiste este prodigio tecnológico, lo firma un señor con nombre de futbolista holandés: Christian Van Der Henst que se autodefine como emprendedor, viajero apasionado y entusiasta del uso y promoción de tecnologías Web como herramientas de educación y desarrollo social. Por supuesto ante tal presentación uno debería desconfiar, pero seguí adelante y me encontré con el primer párrafo: La Web 2.0 es la representación de la evolución de las aplicaciones tradicionales hacia aplicaciones Web enfocadas al usuario final.
El Web 2.0 es una actitud y no precisamente una tecnología. Éste es un inicio desmoralizante pues el único término que comprendí fue evolución, por otro lado cuando alguien describe algo que claramente es tecnológico como una actitud, me lo imagino yuppie, head hunter y medio mamón. Continué con mi calvario y medio deduje que la Web 2.0 es una cosa más interactiva que lo que tenemos ahora (y que asumo se llama Web 1.0, pero por supuesto, no estoy seguro). También me enteré que la Web 2.0 conference arranca en 2004 y utiliza la marca (¿cuál marca?) en otros países.
A continuación mis esperanzas crecieron ya nuestro joven futbolista advierte que hablará de los principios que tenían las aplicaciones Web 2.0 y receta la siguiente lista:
” La Web es la plataforma
” La información es lo que mueve a Internet
” Efectos de la red movidos por una arquitectura de participación.
” La innovación surge de características distribuidas por desarrolladores independientes
” El fin del círculo de adopción de
software pues tenemos servicios en beta perpetuo
(¿?)
Veamos, me parece perfecto que la Web sea la plataforma aunque no sepa qué significa tal cosa, por el contrario sólo un pendejo no entendería que la información es la que mueve la Internet, sin embargo mi sensación de éxito colapsó con términos como la arquitectura de participación o servicios en beta perpetuo.
Seguramente el autor del texto consideró que se excedía pues procedió a poner algunos ejemplos de lo que significa la transición; de esta manera se pasa del Doubleclick al Google AdSense, o del Ofoto al Flickr. Esta relevantísima información es para mí tan clara como las ideas intelectuales de Borolas, pero por fin apareció la luz; el siguiente ejemplo es el cambio de Britannica Online a Wikipedia. Muy bien, aparentemente la transición hacia el 2.0 tiene que ver con la emergencia de páginas en constante construcción colectiva que sustituyen a sistemas estáticos y cerrados (lo anterior lo escribo con enorme cautela pues cuando uno sabe si está diciendo imbecilidades lo mejor es declararlo). Si esto es lo que es, uno podría entender entonces que fenómenos como los blogs o la misma Wikipedia democratizan la red lo que puede ser bueno pero riesgoso porque basta echar un vistazo a YouTube para encontrar a un niño gordo que se cae para divertimento de millones de personas, unas gemelas que además son lesbianas o un grupo de retardados jugando almohadazos.
En el sentido anterior es que al masificar información se corre el riesgo de reproducir n veces la imbecilidad humana que, como también es ampliamente sabido, es inconmensurable y entonces ya no me quedo tan seguro de lo prodigioso del avance. Es simplemente como si a Televisa le dieran 40 canales más para asestarnos al C ompayito et al.
La última parte del artículo siguió siendo profundamente ilegible para un servidor pues habla de cosas como respeto a los estándares como el XHTML o uso de Flash, Flex o Lazlo. Mi sensación final es la de que acabo de cometer la proeza de escribir un artículo (que pienso cobrar puntualmente) sin estar seguro de qué carajo estoy hablando pero lo he dicho ya: la culpa es de mi queridísima Laura.