Según un documento del Banco Mundial del año pasado, México tiene un producto interno bruto de 1 billón 149 mil 919 millones de dólares (mdd), lo que significaba el 1.54% de la economía mundial. Esos datos la convierten en la decimoquinta economía más grande del mundo.
Los primeros lugares de ese listado corresponden a Estados Unidos, con 19 billones 390 mil 604 mdd; China, 12 billones 237 mil 700 mdd; Japón, 4 billones 872 mil 137 mdd; Alemania, 3 billones 677 mil 439 mdd; Reino Unido, 2 billones 622 mil 434 mdd; India, 2 billones 597 mil 491 mdd, y Francia, 2 billones 582 mil 501 mdd.
Les siguen Brasil, con 2 billones 55 mil 506 mdd; Italia, un billón 934 mil 798 mdd; Canadá, un billón 653 mil 43 mdd; Rusia, 1 billón 577 mil 524 mdd; Corea del Sur, un billón 530 mil 751 mdd; Australia, un billón 323 mil 421 mdd, y España, un billón 311 mil 320 mdd.
En ese listado de 217 países, México aparece por encima de Argentina, Chile, Portugal, Holanda, Arabia Saudita e Israel.
Asimismo, en un reporte de abril de este año sobre México, el Banco Mundial destacaba que el crecimiento del PIB en 2017 se redujo a 2%, debido a la incertidumbre generada por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y por las elecciones del 1 de julio. Pese a ello y a la caída de los salarios reales asociada con el aumento inflacionario, el consumo privado seguía “razonablemente bien”.
Otro punto destacado es que a finales del año pasado la inflación anual llegó al 6.8%, el nivel más alto en 16 años, debido a la depreciación del peso, la liberalización de los precios de la gasolina y el aumento en el impuesto especial sobre el combustible.
El comercio exterior desempeñó un papel importante en el crecimiento del PIB. Las exportaciones crecieron gracias al aumento de la competitividad debida a la depreciación acumulada del peso y al fortalecimiento de la producción industrial de Estados Unidos.
Asimismo, el documento afirmaba que “con la ayuda de una contribución significativa de las ganancias del Banco Central, que asciende a 1.5% del PIB, el sector público logró un superávit primario y cumplió holgadamente con su objetivo de déficit de 2017. Esto fue suficiente para poner la relación deuda/PIB en un camino descendente”.
Añadía: “A medida que disminuya la incertidumbre política relacionada con las renegociaciones del TLCAN y con el ciclo político electoral, se espera que el crecimiento de la inversión se acelere desde finales de 2018 en adelante. Esto debería apoyar un repunte en el crecimiento económico durante el período de pronóstico hacia su tasa de potencial a largo plazo. La implementación de la reforma energética ha tenido éxito en atraer participación privada al sector y se espera que se revierta la tendencia a la baja en inversión y producción en el sector petrolero, impulsando el crecimiento potencial de la producción”.
En agosto pasado el secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio González Anaya, afirmó que la economía no será un problema al inicio del próximo gobierno, ya que el saliente deja una economía firme y sólida gracias a las reformas estructurales.
Agregó que el flamante gobierno podrá iniciar su gestión con recursos suficientes y con condiciones macroeconómicas estables, lo que incluye un récord en reservas internacionales e inversión.
El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, parecía estar de acuerdo cuando el pasado 4 de septiembre declaró que recibiría un país más fuerte que hace seis años, sin crisis financiera o económica”.
Sin embargo, López Obrador declaró ayer que “posiblemente por las circunstancias (el país está atravesando en una situación económica y social muy difícil), por la situación de bancarrota en que se encuentra el país, no podamos cumplir todo lo que se está demandando. Pero sí vamos a cumplir, que queda claro, todo lo que ofrecimos en campaña”.
Llevar con precaución el proceso de transición política, enmarcado en la compleja renegociación del TLCAN y el contundente triunfo de López Obrador en la elección de Presidente de la República, resulta clave para generar la certidumbre económica, por lo cual es importante que los actores políticos ponderen cuidadosamente lo que se diga y haga respecto a, por ejemplo, el papel del Banco de México, la reforma energética y el estado actual de la economía nacional.