lunes 20 mayo 2024

Un ensayo de Gloria Gervitz

por Germán Martínez Martínez

“Con la ventana abierta” es un ensayo feminista de la poeta Gloria Gervitz. Probablemente ella habría negado el calificativo, pues en él conmina: “admitámoslo, está de moda hoy día ser mujer, y esto sirve para que muchas se escuden en un ideologismo feminista, descalificando así toda crítica”. Fechado en 1983, Gervitz (1943-2022, México) publicó originalmente el texto como separata en la Revista Iberoamericana del segundo semestre de 1985. En él, la poeta aborda desde problemas generales que enfrentan las mujeres —como la culpa y que “la mayoría de las mujeres viven situaciones infantiles durante toda su vida adulta”— hasta preguntarse como última línea del texto que deviene poema: “¿En qué momento nace una mujer?”. De nuevo, quizá contra sí misma, el cierre colocaba a Gervitz en el ambiente que cristalizó en formulaciones como la performatividad del género de pensadoras como Butler. Pero en el centro de la reflexión de Gervitz está cómo incide el ser mujer en el ejercicio de escribir.

El folleto _Con la ventana abierta_ publicado por la editorial Salto de Mata.

El tono del ensayo no es de denuncia —aunque varias cuestiones que trata sean reveladoras— sino que, tácitamente, su particularidad parece provenir de la crudeza de recontar lo vivido. El arranque de Gervitz es contundente: “hay tantas formas de destruir el talento”. Las enumera para después registrar su certidumbre: “es falsa la idea de que es imposible destruir el talento”. En uno de sus giros retóricos, la poeta dice: “no afirmo: en realidad estoy llena de preguntas”, pero comparte múltiples certezas. En una de ellas asienta: “la gente, las personas, podemos ser destruidas, podemos torcernos y quedar inválidas emocionalmente”. Así, ¿Gervitz se ubica en el realismo o el pesimismo? La respuesta es difícil, pero es claro que la autora apostaba al ejercicio de la literatura, como sus ahora editores. “Con la ventana abierta” se ha reimpreso, como plaquette, este 2024 gracias a la editorial Salto de Mata, empresa animada acaso exclusivamente por la pasión de los poetas Tania Favela, Nadia Mondragón, Karen Plata, Juan Manuel Portillo y Luis Verdejo. El folleto engrapado muestra ilustraciones de Verdejo y en su portada a Gervitz fotografiada por Graciela Iturbide. Uniéndose a la tradición mexicana de la plaquette —sobre la que Juan Domingo Argüelles escribió que “su naturaleza es la brevedad y no pinta, para nada, en el mercado, pues su propósito de antemano no es obtener dinero, sino divulgar”— el material es de distribución gratuita.

La poeta cita que Pound describía a los artistas como antenas de la raza y se pregunta “y las antenas femeninas, ¿dónde han quedado?”. Da pie así al recorrido histórico y, principalmente, sin recurrir a la primera persona, al análisis experiencial de obstáculos. Menciona ventajas de algunos escritores varones. Gervitz conecta el aparente pesimismo inicial con la descripción que hace de trabas que imponen los roles sociales a las mujeres, demorando —en casos como los de Mansfield, Lispector y Woolf— o llanamente impidiendo la creación literaria. La poeta se refiere a la dedicación a tiempo completo a la escritura como indispensable y explica que en casos de importantes escritores ésta habría ocurrido, por ejemplo, gracias a la madre de Borges o la esposa de Vargas Llosa.

La poeta Gloria Gervitz falleció el 19 de abril de 2022.

En ese punto surge la curiosidad de las erratas: el texto consigna una “Cristina Vargas Llosa”. La versión en línea del ensayo, propiciada por Favela y disponible desde 2020, registra —con menor impropiedad— “Patricia Vargas Llosa” (en la versión digital falta la última línea que la impresa sí contiene). En ambos casos Gervitz se pregunta a continuación: “¿cuál será su apellido, el de ella?”. El error original es de Gervitz quien así anotó los apellidos pues la compañera del novelista Vargas Llosa tiene como nombre y es conocida como Patricia Llosa Urquidi; aunque más de una vez habrá sido designada en la prensa como Patricia Vargas Llosa (por economía, en situaciones como pies de fotos: Patricia y Mario Vargas Llosa). Una secuencia de errores y costumbres que abonan a lo puesto a discusión por Gervitz.

La poeta habla de la escritura como tarea que es combinación de una cara emocional y de abundante trabajo. Discurre sobre la dedicación, el convencimiento, la fuerza de voluntad, la confianza en uno mismo, la disciplina y el esfuerzo sostenido. Anota que es “difícil para cualquier hombre no nacido dentro de un contexto que le dé esta confianza” y que es “casi imposible para una muchacha, una mujer”. Gervitz se acerca así a la especificidad de las mujeres y su desplazamiento: “se nos pide identificarnos con la experiencia masculina, presentada como la ‘humana’”. Si antes califiqué el ensayo de Gervitz como inscrito en una tensión entre el pesimismo y el realismo, ahora debo agregar que contra desvaríos idealistas “Con la ventana abierta” es realista: “Vivir en forma distinta a nuestras madres, abuelas, romper con destinos prefabricados, dudar, cuestionar, cambiar es mucho más difícil y riesgoso que asumirse dentro de lo programado. Sabemos que así no queremos ser, pero no estamos seguras cómo es ser de otra manera”. Artistas o no y personas del género que sea, ese continúa siendo el gran reto, ¿cuáles son concretamente las actuaciones deseables y funcionales entre las personas?

Patricia Llosa Urquidi. Fotografía de Uly Martín_El País.

La reflexión sobre la condición de la mujer y la dificultad añadida que significa para desarrollarse en la literatura no limita la intervención de Gervitz, para empezar porque es un problema que incumbe a todos no sólo a las directamente afectadas. La poeta afirma que “la libertad es una exigencia, implica riesgos y da mucho miedo”. Añade que ante el deseo de aceptación “nos dejamos atrapar por abstracciones en lugar de realidades”. Sus palabras implican la necesidad de entereza ante la soledad y, probablemente, de renuncia al reconocimiento. De nuevo, en la encrucijada entre realismo y pesimismo, Gervitz asegura que “pocas personas tienen la libertad y confianza, la imaginación, el talento y la oportunidad de producir formas de vida, obras, más allá de los clichés”. Así es, y en un mundo en que cualquiera desprecia verbalmente los clichés y en que alcanzar claridad sobre el arte no conlleva necesariamente talento, estamos ante la certera posibilidad de la frustración y el fracaso: riesgos inevitables del artista.

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